
Una de las estrategias de los independentismos en España es haber logrado traductores simultáneos y embajadas en Bruselas, Washington y otros países. Es como decirle al mundo «España ya no existe, es una mezcolanza de territorios ideológicos y lingüísticos que estamos intentando separar, y con quienes se tendrán que pactar uno a uno para lograr cualquier acuerdo«.
Y al mismo tiempo, en España seguimos jugando a las Autonomías sin pudor, porque es España quién paga y mantiene pensiones de jubilación, sistema sanitario, policía, ejército, educación, judicatura… únicamente lanzan el mensaje de desunión hasta encontrar candidatos extranjeros que acepten a País Vasco, Cataluña, y otros que están en ciernes como «colonias» a las que tienen que cubrir todos esos gastos para dar el salto a la independencia.
La prepotencia y chovinismo de los independentistas es tan grande que piensan podrán manejar y engañar a potencias interesadas, y lo que lograrían sería el apoquinamiento. En el caso de China por ejemplo, que controla con sus inversiones gran parte del tejido catalán, serían convertidos de esclavos dumping a pesar de la publicidad catalana al respecto «El Gobierno catalán organiza sus delegaciones del Gobierno en el Exterior en 16 sedes aunque en su página web solo aparecen 15 sedes, la ‘embajada’ en Beirut no consta en su web».
Eslovenia intentó algo similar al escindirse de Yugoslavia, y no han logrado más que mediocridad.
4,3 millones anuales destinados a traductores en el Congreso, 6.250 euros diarios. En Bruselas son 555 euros más dietas al día por cada traductor, pero para las autonomías con ansias independentistas cada traductor es como una banderita diciendo que están a la venta para cualquier tipo de trato que perjudique a España.
El nivel que tenemos ya no es económico sino de traición. Nada tiene que ver un traductor de las lenguas clásicas que representan a cada país, con un traductor local que representa una parte del país en escisión.
Fuente del artículo original completa pulsando aquí