De vuelta a la realidad

crisis-e1277901365255-120x80% - De vuelta a la realidadUn amable usuario nos remite este articulo y nos cita la fuente como es de obligado cumplimiento para quien desee exponer algo por creerlo de interés público y  general.

Qué fácil es hablar de la crisis y que difícil asumirla. Pero tarde o temprano los españoles tendrán que hacerlo, lo cual tendrá consecuencias importantes para nuestra economía. Y para los mercados financieros.

Al inicio de la crisis, el gobierno no era el único que la negaba.Recuerdo muy bien que cuando ya era un secreto a voces que pintaban bastos, los taxistas de Madrid decidieron subir sus tarifas. Vaya por delante que es un colectivo al que aprecio, porque es un servicio que utilizo mucho y en general no tengo queja. Basta conocer a los taxistas de París para valorar a los de Madrid.

El caso es que nuestros taxistas hicieron lo que hacen todos los españoles cuando las cosas se ponen feas: subir los precios. Acostumbrados como estamos a que el problema es que suba el coste de la vida (inflación), el recurso a la subida de tarifas es casi automático.

Es más, cuando hasta Zapatero empezó a asumir que había una crisis –es decir, cuando ya estaba en pleno apogeo-, el colectivo decidió aplicar un suplemento a quienes fueran a la estación del AVE. El resultado de esta estrategia es que ahora levantas una mano en Madrid para rascarte la cabeza y paran tres taxis. Lógico. Es la ley de la oferta y la demanda: si baja la demanda –en esta ocasión como consecuencia de la crisis– y encima subes los precios, el resultado es una sobreoferta del servicio y, en consecuencia, menos trabajo y menos ingresos.

En el sector de la restauración pasa algo parecido
. Antes de la crisis, si salías a cenar un martes, había gente en los restaurantes. Ahora estás tú, tu pareja y el camarero. Ante esta situación, los restauradores tomaron dos medidas: una, bajar la calefacción. Dos: subir los precios el fin de semana, que es cuando saben que en España la gente sale a cenar casi por obligación. Algunos no los suben, pero siguen cobrando el solomillo a veintitantos euros, como cuando  según nuestro presidente estábamos en la “Champions League”(sic). Resultado: ahora es mucho más fácil encontrar mesa, incluso en fin de semana, salvo que el restaurante esté muy de moda.

Pero por las mismas he visto recientemente como un restaurante de los de 80 euros el cubierto, situado además en una zona exclusiva de Madrid, ha cambiado su oferta y ofrece algo parecido a un “tapeo” de alta calidad que viene a salir por treinta o cuarenta euros por persona. Estaba abarrotado.

Y así llegamos al caso más llamativo de huida de la realidad (después del del gobierno, claro): el de bancos y cajas. El otro día, un amigo mío que trabaja en el sector inmobiliario se acercó a un banco nacional acompañado de unos inversores extranjeros interesados en comprar inmuebles. Obviamente iban con la intención de comprar a buen precio, pero para un banco o caja español que alguien esté dispuesto a aligerar su cartera de inmuebles debería ser como si llegara el maná. ¿Pues saben Uds. lo que les dijeron?: que ellos no vendían por debajo del valor en libros, es decir, por ese precio de tasación que ellos mismos inflaron en su día para que así el cliente de paso se comprara un Cayenne estirando el crédito hipotecario. Y la tasación también era de cuando estábamos en la Champions League, es decir, fuera de la realidad.

Aquí nadie quiere aceptar la realidad. Y eso va a tener consecuencias. Al final los españoles tendremos que aceptar que la única forma de salir adelante es volver a la realidad y ser competitivos. No podemos inventarnos un nuevo modelo de crecimiento en dos semanas, pero podemos aprender a competir, y eso solo se hace de una manera: bajando precios y mejorando productos y servicios.

Me encantaría explayarme en las mil vías para hacerlo, pero este es un artículo para inversores, que por cierto a estas alturas deben  estar preguntándose adonde quiero llegar. Pues muy sencillo: a que todo lo anterior tiene consecuencias importantes para el inversor. La primera: que pasarán muchos años hasta que España vuelva a la cabeza del ranking bursátil. Hasta que vuelva a la realidad y/o busque un nuevo modelo del crecimiento. Ya lo dijimos hace tiempo desde este mismo portal: miren hacia el Oeste (artículo “Go West”, publicado el 26 de Marzo de este año). Inviertan en los EE.UU., en dólares, en los países emergentes, en divisas de esos países, etc.

Pues sigan haciéndolo, que todavía nos queda mucha mili. Y utilizando fondos de inversión es tan fácil como comprar bolsa española. Pero hay más. Como en todas las crisis -en este caso también catarsis-, en esta ocasión también surgen oportunidades. Si España no acaba teniendo que reestructurar su deuda y/o saliendo del euro, y como los tipos de interés de la deuda española seguirán a niveles record, los bonos españoles pueden llegar a ser un auténtico “chollo”. ¿Por qué? Porque volver a la realidad significa bajar precios y salarios, incluidos los de los pisos y los alquileres, y eso significa una cosa: bajísima inflación o, incluso, deflación. ¿Y cuál es la rentabilidad real (descontada la inflación) de un bono al 5% -o más- de interés anual si la inflación es del 0,5% o incluso del -1%?

Hagan números señores. Obviamente hay un riesgo. Un riesgo real. La rentabilidad se mueve siempre en paralelo al riesgo, y el riesgo es que España acabe teniendo que reestructurar su deuda o incluso abandonando el euro. Pero hay un argumento sólido cuando se dice que España no es Grecia. Podríamos quedarnos en la similitud de pagar una fuerte prima de riesgo pero no en la de la reestructuración de la deuda que, seguramente, acabarán haciendo los griegos.

Además, los españoles lo aceptamos todo y cubriremos nuestro déficit  -sería más justo decir el de los políticos, en mi modesta opinión-. Cubriremos con nuestros impuestos lo que nos digan, porque si no ¿cómo es que admitimos subidas de impuestos, recortes de pensiones, etc., sin exigir a cambio un adelgazamiento salvaje de la administración, la retirada de  coches oficiales, la privatización de aeropuertos o la venta de edificios públicos?¿Han visto Uds. ese que es un palacete en plena Castellana y que alberga la sede del Instituto Nacional de La Juventud? Y digo yo: ¿no podría estar en Tres Cantos? ¿Cuánto se conseguiría vendiéndolo, junto con otros miles de edificios de primer nivel donde se apoltronan los “compañeros” del partido (de todos los partidos, cuidado, no nos olvidemos de autonomías y ayuntamientos)?

Y a más largo plazo, también habrá una oportunidad en el sector inmobiliario. ¿Se pueden imaginar dónde van a quedar los precios de propiedades inmobiliarias de primer nivel cuando dentro de unos años acabe el ajuste? Es verdad, España se va a quedar como un solar, pero un solar con estupendas propiedades en la playa a precio de liquidación, por poner un ejemplo. Y en un contexto de baja actividad económica y presiones deflacionistas, los créditos estarán a precio de saldo. Obviamente habrá que ser un privilegiado para que te lo den, pero alguno darán, sobre todo si ayudas al banco a descargarse de ladrillos. Hoy no venden barato, pero mañana seguro que sí. Cuando vuelvan a la realidad.

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