España, año 2016, tras las elecciones surge un nuevo partido que ostenta el poder: el PP-PSOE. Parece ciencia-ficción –aunque faltan casi dos años para las próximas elecciones– pero, ojo, que la idea circula por ahí sin parar…
Lo que nadie –pero nadie– explica es qué graves problemas harían necesario ese gobierno de concentración tan excepcional. Porque si se atiende al argumentario del PP, que esas mismas élites respaldan, habría que descartar que la formación de un ejecutivo de coalición de PP y PSOE tuviera como objetivo sacar juntos a España de la crisis. Por lo que dicen Rajoy y sus ministros de esa situación ya se ha pasado página, lo peor se ha superado y hemos salido de la recesión, aunque, por cierto, millones de españoles que no tienen trabajo, que les han bajado los salarios, que trabajan en precario, que les han recortado las ayudas a la dependencia, las becas, las pensiones, los subsidios de paro… no se hayan dado cuenta todavía. A lo mejor están cegados «por prejuicios ideológicos trasnochados«, como reprochó el presidente del Gobierno a quienes no reconocen la recuperación, pero más bien parecen asfixiados por el desempleo, los hachazos a las políticas sociales y la falta de expectativas de presente y de futuro.
Así que o la jaleada recuperación económica no es para tanto o a los mandamases del mundo económico y financiero les asusta que la fragmentación política que auguran las encuestas desemboque en un ejecutivo de coalición de la izquierda. O ambas cosas al mismo tiempo.
Fuente: eldiario.es