Pero para que no se note mucho, las empresas nos pegarán el palo pasados unos meses, porque para entender el dichoso recibo de la luz hay que ser directamente premio nobel de matemáticas, y máxime ahora con los «contadores inteligentes» (auténticos espías de las empresas eléctricas), además hay que disponer del tiempo libre necesario para conseguir descifrar, analizar, sacar conclusiones y planificar cuándo vas a hacer funcionar el lavavajillas, poner los espaguetis a cocer en la vitro o dedicarte a planchar un rato…
Vamos que ahora hay que meterse en internet seis o siete veces al día para seguir las subastas, anotar las franjas horarias en que la energía eléctrica va a costar menos al día siguiente y a esa hora, las tres de la madrugada por ejemplo, pues vas y pones la lavadora tan ricamente. O haces el puchero y después lo congelas que está igual de sabroso. Claro que si, todo es cuestión de planificarse… ¿Que han subido casi el doble el precio fijo de la potencia contratada? Pues contrata menos, hombre… ¿Que si contratas menos te saltan los plomos? ¿Joder, a quién se le ocurre poner el radiador al mismo tiempo que la vitro? ¿Y las mantas, para qué están las mantas cuando te sientas en el sofá a ver la tele?
Y todo eso por no mencionar que ahora cuando llegues al buzón y te encuentras la carta de Espesa o de Ibertrola, tendrás que tomarte algo antes de abrirla si no quieres desmayarte al conocer las dimensiones del sablazo…
¡¡La conclusión es clara: te organices como te organices, acabarán robándote como siempre, pero más!!. El recibo de la luz es ya un asalto a mano armada como lo es el de la telefonía desde que, teóricamente, se liberalizó el sector ¡¡y menos mal que iban a competir entre ellos!!
Libertad de elección… ya… sólo para elegir el autor del sablazo…
En fin, que comparar recibos eléctricos, consumos y precios con los de años anteriores es un puro ejercicio de masoquismo que conviene evitar sobre todo si tenemos la tensión alta o andamos regular de los nervios. No les basta con tenernos acojonados pagando hipotecas cuyo montante es mayor que el precio que ahora tiene el piso. No se conforman con sabernos con el alma en vilo por si no podemos pagar la cuota y nos desahucian. No les parece suficiente que haya vuelto el miedo a ponernos enfermos, a no poder pagar las medicinas, a una operación demasiado costosa…
Fuente: @juanjtortosa + elaboración propia