Por un lado está la capacidad fiscal bruta, entendida como los ingresos obtenidos por tributos cedidos con una escala de gravamen igual para todos, y por otro, la financiación homogeneizada (a iguales competencias y esfuerzo fiscal) por habitante ajustado.
La clasificación de financiación homogénea muestra los cambios que sufre la primera una vez aplicados los mecanismos de nivelación y redistribución en función de las autonomías. Las que más ingresan son las más que aportan y las que menos son las que más reciben. El quid de la cuestión es que las primeras consideran que sufren una merma muy elevada frente a la primera clasificación.
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