Las sonrisas en las fotos donde se les veia juntos son verdaderas porque Merkel está encantada de que Rajoy haya hecho en los dos años desde su última visita casi todo lo que ella quería: más impuestos, más austeridad y ninguna duda sobre el euro y Europa. Mientras, seguramente Rajoy conseguirá que ella «le pague su fidelidad» con su beneplácito a dos poltronas de lujo en Bruselas para Luis de Guindos y Miguel Arias Cañete.
Pero la foto con los dos líderes sonriendo no cuadra para nada con la realidad de los dos países y la situación en Europa. España sigue teniendo problemas graves mucho más profundos de lo que reflejan las cifras oficiales; en la última visita de ‘Mami’ –así es como se le conoce a Merkel en Alemania– a España el 6 de septiembre de 2012, también reían los dos ante las cámaras. Rajoy presentaba mucho nerviosismo, pero Merkel estaba con mucha naturalidad, sabiendo que con el rescate bancario español de los 100.000 millones de euros rescataría indirectamente a sus propias entidades financieras alemanas metidas en 2007 con 140.000 millones de euros –según el BIS ningún país dependía más del sector financiero español que Alemania–
Y la realidad del rescate es que ha empeorado la situación de muchos. España está mucho peor que en 2012. La deuda pública total, los pasivos en circulación, lo que debe el sector público español y lo que las futuras generaciones de españoles tendrán que devolver han aumentado 430.000 millones de euros hasta llegar a los 1,43 billones… una salvajada imposible de devolver. Y todo para mantener un Estado inviable y corrupto, donde casi dos millones de enchufados nombrados a dedo, parientes y amigos de la casta política vampirizan a toda la nación. En el empleo se han destruido más de seis millones de horas de trabajo y da igual que nos digan que el número de empleados es el mismo, porque los empleos creados son empleos indecentes y los destruidos, le pese a quien le pese, al menos eran decentes.
Un 30% de los niños españoles viven hoy por debajo del umbral de la pobreza. Las diferencias de renta y riqueza son las mayores de Europa, y multiplican por 4 las existentes hasta 1975. La renta disponible de las familias se está desmoronando y los impuestos no paran de subir hasta convertir nuestro sistema fiscal en el más arbitrario y confiscatorio del mundo desarrollado –las comunidades autónomas y ayuntamientos han inventado decenas de nuevos impuestos y tasas para mantener la corrupción y el nepotismo-. El precio de los servicios esenciales es el más elevado de Europa. Sólo la prima de riesgo se ha reducido y ha sido básicamente debido al disparatado compromiso del BCE de no dejar caer a ningún país, por muy despilfarrador y corrupto que sea,lo cual no significa mejora económica alguna; es, simple y llanamente, más droga para los drogadictos.
Las cajas españolas, al quebrar técnicamente pero no legalmente, han permitido que fueran los políticos y no los jueces quienes decidieran cómo se liquidaba la entidad conforme a Ley. Han engañado y estafado a los pequeños ahorradores y han puesto en la calle, sin contemplaciones, a decenas de miles de empleados, muchos más que en el resto del mundo. En cualquier otro país los bancos alemanes habrían perdido casi todo. Los islandeses no devolvieron un euro a los bancos ingleses en la misma situación, y los culpables están en la cárcel. Aquí andan por la calle sin ningún cargo contra ellos: Rodrigo Rato, MAFO, Miguel Blesa, Narcís Serra, el miserable Hernández Moltó que insultaba a un Mariano Rubio caído, cien veces más honrado que él, etc.
La política del tándem Merkel-Rajoy ha llevado a que hoy en día España sea el país de Europa con mayor presión fiscal sobre la clase media y trabajadora de toda la OCDE, pero como el gasto público improductivo sigue fuera de control –sólo el Presupuesto del Estado tenía un agujero de más de 26.190 millones en junio-. Sumen los agujeros crecientes de comunidades autónomas, ayuntamientos y Seguridad Social y a fin de año el desfase entre ingresos y gastos superará de nuevo los 80.000 millones de euros.
Alemania debería interesarse más por Europa y no solamente por cobrar sus facturas. En septiembre de 2012 Alemania tenía un serio problema de imagen en España y muchos españoles sabían que Merkel estaba aprovechando indirectamente la situación. Surgía de repente un antigermanismo en algunas partes de la sociedad. Con mucha inteligencia Merkel ha revertido la situación en estos últimos dos años, dando constantemente señales positivas de Alemania, donde parece que hay un milagro económico, lo que está muy lejos de la realidad. También se han establecidos muchas alianzas en el mundo de la formación y el trabajo para dar salida a los muchos jóvenes españoles en paro.
Lo que la sociedad española ve es una Alemania con empleo récord y su propio país con un paro entre los jóvenes tan brutal y sin esperanza alguna de mejora que muchos españoles tienen que emigrar si no quieren vivir con sus padres. Y sobre todo viendo la corrupción personal e institucional, la mayor de nuestra historia, que en los últimos dos años no sólo no va a menos sino que aumenta, con una Administración y una enseñanza pública destruidas por los socialistas desde 1984 con la Ley 30/84… Merkel para muchos parece una persona honrada y la sociedad alemana, mucho más civilizada que la propia.
Mientras los españoles ven que en su país cada vez hay más desigualdad y pobreza, miran hacia Alemania como un país rico y muy bien organizado. Muchos ya van fuera para estudiar, porque ni creen en las universidades españolas ni estas les ofrecen ya una formación y una salida dignas. Esto es la triste balanza de estos dos años desde que Merkel ha venido a España.
Empresas como ACS, Santander, BBVA y Telefónica han ido creciendo mientras se hundía el país, lo que da una imagen falsa de una economía española que es moderna, que invierte y expande. Pero esto es el 5 por ciento del PIB español, que tiene a la oligarquía política y al Gobierno a sus órdenes, pero el 95% restante son pymes que sufren de falta de financiación, de liquidez, de pagos retrasados y de impuestos en alza. No hay un cambio de rumbo a la vista.
Las grandes empresas tienen los impuestos más bajos de Europa y actúan de forma monopólica sin control alguno. Un ejemplo entre mil. Entre Marbella y Madrid, yendo por la autopista de peaje, todas las estaciones de servicio durante 300 kilómetros son de Repsol, un escándalo inimaginable en otro país. No sólo se quedaron por cuatro euros con las gasolineras de los pequeños empresarios en los 90, ahora el Gobierno les adjudica todas las nuevas a ellos: es la mayor corrupción institucional del mundo desarrollado. Las leyes las redacta la oligarquía empresarial y financiera, y la oligarquía política está a sus órdenes. La electricidad y el gas han bajado en Europa estos dos años, mientras que en España han subido brutalmente. ¿Para qué sirven la Fiscalía Anticorrupción, el Servicio de Defensa de la Competencia o la Comisión Nacional de la Energía?
Hay una creciente corriente de opinión entre algunos españoles, los cuales estarían encantados que el partido de Merkel o uno similar se presentara a las elecciones españolas como partido español con su ideario liberal-conservador, un segmento enorme del electorado español al que Rajoy ha traicionado, ha expoliado y le considera rehén de sus caprichos porque carece de alternativa de voto. Sería algo fantástico que el electorado español pudiera elegir a profesionales honestos y capaces que implantaran la separación de poderes, un modelo de Estado viable; acabaran con la corrupción y con el nepotismo.
Fuente: Roberto Centeno para «Alerta Digital»