Lo de convocar un sorteo público para una adjudicación «no es frecuente», comenta el periodista Eugenio Viñas, «nadie les había dicho nada y, de repente, montan un concurso de un día para otro, donde no hubo requisitos, ni experiencia en el sector, ni solvencia»…
El resultado: la adjudicación a una empresa con razón social de «fabricación, reparación, instalación o comercialización tanto al por mayor como al por menor de toda clase de tapizados» que tuvo que modificarla por la de «fabricación de horchata, zumos, helados, bebidas, productos de panadería y pastelería», como la beneficiaria –imcumpliendose según parece algunas ordenanzas municipales por ese hecho– de una licencia de venta ambulante, concesión a la que renunciaron varios meses despues por no ser rentable…
Y a todo ésto la pequeña empresa que implantó y explotó la idea desde 2003, dando trabajo a mayores de 40 años y que nunca pidió ayuda alguna, la dejan relegada sin motivo del negocio…
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