Hoy les quiero hacer participes del interesante y complejo articulo de investigación del periodista Jesús Cacho hace unas semanas -del que los mass-media han pasado de puntillas, posiblemente por la idiosincrasia de las afirmaciones que en el mismo se producen– de las cuales les trascribo parte a continuación:
«Corinna zu Sayn-Wittgenstein, que pronto cumplirá 51, seguramente pensó que su relación con el rey Juan Carlos I de España era el negocio de su vida, un pelotazo que la situaba en la cima del mundo, pasta y nobleza, dinero y royals, y un futuro de perfil rosa. La ruptura definitiva ha tenido lugar en fecha muy reciente, hace apenas unas semanas. No ha sido fácil. Primero ha sido necesario convencerle a él, muy reacio, persuadirle de que el gesto de la abdicación entendida como sacrificio encaminado a rescatar el prestigio, muy dañado, de la Corona, y evitar el riesgo inminente de un cambio de régimen, quedaba incompleto, mutilado incluso, si su intención era seguir haciendo el pendón al lado de esta mujer de revista de varietés, si no se cortaba definitivamente con esa relación, si no se saldaban las cuentas pendientes –empezando por las económicas-, y se aseguraba el silencio de la doña incluso comprándolo por caro que fuere. En la operación de inducirle a terminar con esa relación ha intervenido un ramillete de gente muy significada, empezando por el nuevo rey Felipe VI, siguiendo por el presidente del Gobierno, y terminando por un reducido número de amigos -si vale decir que un rey tiene amigos-, entre los que se encuentra algún que otro personaje del mundo de la empresa«
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