El mundo que hemos conocido durante las últimas décadas parece estar desmoronándose a marchas forzadas. Nuestras vidas –al menos en las últimas décadas– han venido condicionadas por dos «contratos» sociales tal vez contradictorios, el de postguerra entre el capitalismo y el trabajo iniciado en la década de los 50 y el de nuestra Constitución garante de determinados derechos políticos y sociales.
Europa, en la década de los 50, comenzó una de las épocas de mayor bonanza y prosperidad socieconómica, que gracias al consenso keynesiano germinó en los llamados «estados del bienestar» que tenían como objetivo la intervención de los poderes políticos en la economía en aras de compensar los daños colaterales producidos por una nueva economía de libre mercado, tales como desigualdad, polarización social, pobreza, etc.
Pincha aquí para continuar leyendo el articulo completo en su fuente