El concepto «chapuza» abarca un amplio espectro de casuísticas, desde las más evidentes a las más sutiles y que pueden pasarnos desapercibidas; ejemplos de estas últimas son distribuir un documento con errores ortográficos o gramaticales, presentaciones mal argumentadas, plazos o compromisos incumplidos, reuniones no preparadas, etc.
Podríamos decir que la chapuza no obedece a motivos sino a EXCUSAS, siendo algunas de las más frecuentes éstas que os enumero:
– «PARA LO QUE ME PAGAN«: Si utilizas ese argumento o has oído utilizarlo, no te lo creas. Mucho me temo que aunque nos pagaran el doble trabajaríamos igual de bien o mal; porque hacer las cosas bien es una cuestión de actitud, no de sueldo. Por supuesto que es difícil trabajar a gusto cuando uno se considera mal pagado, pero decidir trabajar deficientemente tiene una connotación de falta de pudor que dudo que obedezca a elementos coyunturales. Simplemente, no nos da la gana hacerlo bien.
– «NO ME PAGAN PARA PENSAR«: Curiosa esta frase; cuando se han recibido instrucciones del jefe en ese sentido, el mediocre es el jefe mismo; pero cuando la dices por iniciativa propia, estás renunciando al principal valor que tienes como profesional y como persona, tu aportación, que es uno de los pilares de la autoestima.
– «ESTE CLIENTE ES MUY EXIGENTE«: Sí, por supuesto. Es una cualidad del cliente, bienvenido al mundo real.
Las causas reales de por qué no nos da la gana hacer las cosas bien debemos explorarlas dentro de nosotros. Si llegamos a la conclusión de que en nuestro caso individual son razones culturales –es decir, que llevamos la falta de esmero en el ADN-, ¡enviemos a tomar viento nuestra cultura y cambiemos!.
Fuente: Daniel Sánchez Reina
Siempre he preferido un compañero de trabajo más justito pero con ganas que al resabido de turno. Lo que ganas en el corto plazo lo pierdes en el largo con el segundo.