El tiempo de trabajo retribuido debe reducirse –algunas propuestas ya plantean reducirlo a 30 horas semanales– liberándose así tiempo para otros trabajos igual o más importantes –trabajo de cuidados, de relaciones, de crecimiento personal, actividades públicas, actividades solidarias o participación ciudadana-. Éste reparto del tiempo en distintas actividades lograría que la vida –nuestra vida– sea más rica, menos consumidora y por supuesto más sostenible.
Ya en 1880 Paul Lafargue criticaba el consumismo frenético que nos lleva a trabajar más para consumir más pero sin tiempo para disfrutar de lo que hemos adquirido; de hecho, cada vez somos menos felices pero buscamos la felicidad en otra vuelta de esta espiral consumidora sin fin.
La locura del consumista o la desesperación del parado hacen que toda nuestra vida gire en torno al trabajo remunerado y al tiempo que dedicamos a él o simplemente a buscarlo cuando no lo tenemos; cada vez queremos trabajar más para consumir más. Un trabajo que no tiene en cuenta los límites de la Tierra no es trabajo. Se explota a la Naturaleza, se explota la mano de obra, pero ¿para qué? ¿que logramos con ello? ¿a quien beneficia dicha actitud?
Sin duda necesitamos parar, necesitamos pereza y procrastinar… Pueden continuar leyendo el articulo completo en su fuente original pulsando aquí
El sistema en Europa.no da para más …el trabajo va a ir devaluandoae poco a poco y las elites seguirán teniendo hijos para que les sustituyan…para seguir explotando los recursos y a los de abajo…Todo aliñado con políticas lentas, prehistoricas y corruptas…La inmigración sera uno de los próximos problemas junto con la distribución del agua potable y lel aumento de la esperanza de vida, no de su calidad…!!!