Ante tanta “felicidad artificial” en nuestros días, tantas manipulaciones y tantos condicionamientos contemporáneos, hoy día cabe preguntarse ¿sería útil releer de nuevo «Un mundo feliz», la obra maestra del visionario filósofo y escritor Aldous Huxley? ¿Es acaso necesario retomar un libro publicado hace más de 80 años, en una época tan lejana a nosotros?
Sin embargo, si alguien, superando sus reticencias, se vuelve a sumergir en las páginas de esa novela se quedará estupefacto por su sorprendente actualidad, constatando que por una vez el pasado ha atrapado al presente… En dicha obra, su autor Aldous Huxley (1894-1963), narra una historia que transcurre en un futuro muy lejano, hacia el año 2500 de nuestro calendario, o, con mayor precisión, “hacia el año 600 de la era fordiana”, en alusión satírica a Henry Ford, el pionero estadounidense de la industria automovilística e inventor de un método de organización del trabajo para la fabricación en serie y de estandarización de las piezas –un método que transformó a los trabajadores de cadenas de producción masiva en poco menos que autómatas / robots que repiten a lo largo de la jornada un único y mismo gesto–
«Un mundo feliz» se escribió en un momento en el que las consecuencias sociales de la gran crisis de 1929 afectaban de lleno a las sociedades occidentales y en el que la credibilidad en el progreso y en los regímenes democráticos capitalistas parecía vacilar, denunciando una perspectiva de pesadilla sobre una sociedad totalitaria fascinada por el progreso científico y convencida de poder brindar a sus ciudadanos una felicidad obligatoria, presentando la visión alucinada de una humanidad muy deshumanizada.
Una situación no tan alejada de la que conocen hoy en día algunos países donde los efectos de la crisis de 2008 están provocando –fíjense en Europa– el ascenso de partidos de extrema derecha, xenófobos y racistas, por poner un ejemplo, aunque habrían muchos más.
Otra sorprendente relación con la actualidad es que la novela hace ya ochenta años presentaba un mundo donde el control social no daba cabida al azar… donde, formadas con el mismo molde, las personas son “clónicas”, pues se producen en serie, y pese a que la mayoría tiene garantizado el confort y la satisfacción como únicos deseos que está condicionada a experimentar, se observa como se ha perdido «la razón de vivir«, dado que todo ha sido estandarizado, tanto la producción de los seres humanos –resultado de puras manipulaciones genético/químicas– como la identidad de las personas –producida durante el sueño por «hipnopedia» de hipnosis auditiva desde su nacimiento-, de manera que cada ser humano es educado en función de los valores específicos de un grupo, manipulando su espíritu y creando en él “reflejos condicionados definitivos” para hacerle aceptar su cruel destino, sin preguntas.
Sin duda, una obra maestra clásica, no dejen de leerlo y, sobre todo, no se me deshumanicen…