No es utopía, es el motivo por el cual Gino Tubaro –un brillante argentino aspirante a ingeniero– acudió a la llamada de una madre desesperada en las redes sociales que solicitaba, de alguna forma, una prótesis para la mano de su hijo. Tubaro lo hizo y se la regaló. Llegados a este punto, con los medios de comunicación de su país haciéndose eco de la noticia y Tubaro siendo invitado a conferencias y charlas de emprendedores, podría haber elegido fichar por una gran multinacional o vender su patente de prótesis lowcost a un precio respetable, pero el regalo no era un gesto de marketing, era una actitud, la que él mismo reafirma como “un invento para crear un mundo mejor”.