Quédense con la copla: las siglas TISA hacen referencia al acuerdo en comercio de servicios que se está negociando en el más absoluto secreto entre 23 países, incluyendo a EEUU y la Unión Europea; éste acuerdo promueve la liberalización a escala global del comercio de servicios como la banca o el transporte, incluyendo el que los Estados pierdan la soberanía en materia energética, en beneficio de «especialistas» –es decir, las multinacionales que mueven el cotarro–
A pesar de la crisis financiera y medioambiental –que ponen de manifiesto fracasos más que evidentes– y aun en contra de las críticas de personalidades políticas, de asociaciones y de la misma sociedad civil, los gobiernos no dan su brazo a torcer: la liberalización de todo lo liberalizable sigue presente en sus planes –al menos, eso es lo que se desprende de los nuevos documentos publicados por Wikileaks–
Los «buenos amigos de los servicios«, como se hacen llamar, continúan sus conversaciones periódicamente para ir un poco más allá en la degradación de las actuales normas, derechos sociales y medioambientales, pues existe un gran debilitamiento de los Estados frente al poder del dinero -«poderoso caballero es don dinero» ¿recuerdan la frase de nuestro refranero popular? … pues eso-
Ya en julio de 2015 nuevos documentos ponían de manifiesto la voluntad de desmantelar los servicios públicos, pero es que ahora WikiLeaks desvela los anteproyectos sobre energía y transportes, negociados en otoño de 2014… La publicación de estos documentos, que coincide con la celebración en París de la cumbre del clima COP21, supone un edificante ejemplo del doble discurso: mientras los dirigentes políticos de todos los países defienden al unísono la necesidad de adoptar un crecimiento verde, de luchar contra el cambio climático, otros responsables de los mismos países negocian entre bambalinas para tratar de arrancar el mayor número posible de concesiones y dinamitar las reglas medioambientales.
Y seguramente lo conseguirán, porque los políticos se entregan a los maletines y puestos de trabajo tras las puertas giratorias. Aconsejo leerse los libros del economista premio Nobel Joseph Stiglitz, por ejemplo «El malestar en la globalización». Con mucho detalle explica los problemas que surgieron al final de los años 90 y principios del 2000 con los «fundamentalistas del mercado» FMI y EEUU principalmente. A esto habría añadir que durante la última década Europa se está añadiendo a este perverso grupo.