El departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas reconoce –en un documento sobre la inclusión social– que muchos países con sociedades que gozan de elevados grados de igualdad demuestran una fuerte competitividad económica. Asimismo, un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe aseguran que «aquellas comunidades en las que existe una mayor cohesión social son capaces de construir mejores instituciones y de generar la confianza necesaria para aplicar reformas indispensables, por lo que el gobierno puede articular con mayor legitimidad sus acciones sobre el sistema redistributivo que, posteriormente, se pueden traducir en mayor gasto social destinado a aumentar la inclusión«
De esta manera, el progreso económico de las sociedades está directamente relacionado con el bienestar social de sus individuos. Por tanto, existen una serie de retos que los países tienen que superar para lograr una plena estabilidad en todos los ámbitos y, entre estos, se encuentra la educación, el desempleo y el buen funcionamiento del Estado en materia de economía pública -gasto social, redistribución de recursos, programas de ayuda, etc-
Por tanto, la participación activa de los habitantes en ámbitos sociales, políticos, culturales o económicos de la sociedad repercute de forma positiva en el progreso y crecimiento del conjunto de ciudadanos dado que una sociedad con mayor inclusión social goza de mayor estabilidad económica y es más competitiva.
Fuente: Universidad de Valencia