Como ya saben, hace ya casi un mes cerraban todos los centros de la cadena Funnydent, que seguro les ha hecho una gracia a sus pacientes que no veas –muchos se quedan sin dientes y con deudas a bancos y otras entidades de crédito– y hace poco más de una semana le tocaba el turno a Vitaldent con sus oficinas intervenidas por la policía, con el dueño y otros altos cargos de la empresa ingresados en prisión por estafa a sus franquiciados y por fraude a Hacienda.
Y aunque sean dos casos bien distintos, el cierre de clínicas de franquicias y cadenas no es nada nuevo en ningún sector, sólo que ahora saltan a la luz porque hemos empezado un 2016 convulso y porque la administración pública parece estar poco a poco «saliendo de la inopia«, que bien por falta de medio o por el motivo que sea parece que no se estaba luchando adecuadamente contra el fraude y todo el ecosistema formado alrededor en éste país.
Una vez escuché una historia acerca de cómo en un momento determinado, una cadena de clínicas estudió el coste de implementar un proceso para mejorar la durabilidad de sus «empastes» o algo similar y cuando obtuvieron la cifra y se comparó con el coste de abogados por las posibles quejas que ese proceso les estaba suponiendo, decidieron que merecía la pena gastarse el dinero en abogados porque era más barato. Ésto, que escandaliza a cualquier dentista autónomo respetable y libre, puede que en otros niveles sea algo habitual considerarlo.
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Parece que te apetece el tema ¿eh? 🙂