Ya no es un país portada de nuestros mass-media –hace tiempo que Venezuela ocupó su lugar, porque raro es el día que no hablan de allí– y bueno, lo que ocurre en Grecia es fácil, lo dice muy claro la siguiente imagen:
Y es que entre 2008 y 2015 cerraron más de 244000 negocios en Grecia, la mayoría pequeños, y la tendencia se ha mantenido en años siguientes debido a un ‘tsunami’ de impuestos que ahoga a empresarios y consumidores, disparando la economía sumergida.
Grecia es a día de hoy un cuerpo social desnutrido vestida con un traje macroeconómico de gama alta. De momento, le vale para entrar sin agachar la cabeza en el club europeo –la viva imagen de la llegada a la santidad por el sufrimiento-. Alemania, Francia y la Comisión Europea alaban el buen hacer de Alexis Tsipras y su ministro de Finanzas por cumplir con el déficit y se prevé un crecimiento por encima de un punto para los próximos años, el paro ha bajado por debajo del 22%, e incluso se vislumbra un alivio de la deuda, que cada vez cotiza mejor en los mercados. Los datos macros sonríen al Gobierno y a su primer ministro, que dice que la tormenta ha pasado y trata de darse un impulso de cara a las elecciones de 2019. El único dato que no le ampara es su popularidad.
Mientras el Ejecutivo asegura que la tormenta ha pasado, a la fachada se le ven las costuras. Los superávits primarios de récord, por ejemplo, que exhibe como prueba de la mejora, están en cierto modo ‘falseados’: se han logrado a base de subir los impuestos y de recortar servicios básicos, lo que a la sazón ha dejado atrapada a la población entre dos fuegos: la mitad de los jóvenes griegos de entre 18 a 35 años dependen del apoyo económico de sus padres u otros familiares, en algunas zonas de Grecia ya no tienen ambulancias o están en tan mal estado que no son operativas. Los múltiples agujeros en el sistema sanitario y educativo, cubiertos por médicos y maestros interinos que cobran el salario mínimo, amenazan con volver a salir a la luz si se cumple la exigencia de la Troika, que pide que se deje de contratar personal temporal. Los bomberos están en cuadro en medio de la temporada de incendios, y han evitado quedarse sin efectivos por un acuerdo ‘in extremis’ con el Gobierno. Por no hablar de las pensiones, que han sido recortadas más de diez veces.
Fuente y articulo completo en elconfidencial