Durante once meses al año tragamos con nuestras obligaciones esperando que lleguen las ansiadas –y supuestamente merecidas– vacaciones, y una vez es verano, nos damos cuenta de lo que nos hemos perdido… ¿a qué estás dispuesto por ser «libre» durante un mes?
En cero coma muchos medios hablarán de la la depresión postvacacional y sus consiguientes trucos para superarla, cuando es obvio que sufrimos tanto al reincorporamos al trabajo porque estamos mejor en la playa con una cerveza en la mano que sentados frente al escritorio durante al menos ocho horas al día, aunque lo duro de verdad es que siempre al volver nos planteamos un «¿es ésto de verdad mi vida? ¿va a ser así siempre?”
Durante un breve periodo de tiempo hemos acariciado aquello que puede llegar a darnos de sí la vida, y de repente, se nos arrebata; hemos disfrutado un tiempo en el que hemos estado con nuestros seres queridos,en el que decidimos nuestros propios horarios –comer a las cinco de la tarde, acostarse a las cuatro de la mañana, levantarse al mediodía, etc, etc– y ensanchado el alma leyendo, escuchando música, contando y oyendo historias o tumbándonos a la bartola rascandonos el higo –algo que también es tremendamente edificante–
¿Acaso hay una expresión peor que “recargar las pilas”? ¿Somos robots que tenemos que desconectar durante dos semanas para rendir más?
El drama que se encuentra en este retorno al trabajo no se debe a que se acabe “lo bueno”, como reza la frase hecha, sino que las vacaciones, tal y como están planteadas, no son más que el gemelo amable del trabajo, que es quien articula y determina todos los aspectos de nuestra vida, incluido el descanso. Las vacaciones no son más que un paréntesis obligado en esa existencia de estrés, agobios y horarios infernales que nos ocupa –en el mejor de los casos– once de los doce meses del año. Al fin y al cabo, tal y como las conocemos, emergen en la sociedad industrializada, la que comienza a considerar al ciudadano, ante todo, como un currante.
Algunas personas consideramos que las vacaciones son solo una pequeña concesión para, a cambio, apretarnos las tuercas –por seguir con la metáfora– el resto del año; el periodo estival se convierte en una pretemporada del siguiente año, una breve tregua para “desconectar” –ejem– en la que algunos, de repente, se dan cuenta de que quizá la vida no tendría por qué ser así y recuerdan que en la Biblia, el trabajo no era dignificante, sino un castigo.
Y es que hace no tanto tiempo, las vacaciones tenían un componente mucho más ritualizado que en la actualidad. Algo que se debía a las limitaciones económicas de la mayoría de familias y al escaso desarrollo del turismo, claro, pero también a que el trabajo jugaba un papel menos esencial en la vida del individuo: apenas unas décadas antes, era relativamente normal pasar un mes entero en el apartamento de la playa o en el pueblo, con la familia. La continuidad con nuestra vida cotidiana era mucho mayor, y lo que hacíamos en el verano no distaba tanto de lo que hacíamos el resto del año, quizá porque aún no habíamos comenzado a percibir las vacaciones como el único momento que tenemos para ser nosotros mismos y convertirnos en egocéntricos totales durante 30 días.
Esa es la trampa en la que hemos caído –o mejor dicho, a la que nos han hecho saltar–
(pueden leer el resto del articulo en su fuente original: Héctor G. Barnes – elconfidencial)
Hola, Como està todo por allì?, una vez leì un artìculo sobre este tema, decìa que lo mejor es tomarse 8 o 10 dìas cada 4 meses, se descansa mucho màs y cortas con la rutina màs seguido.
haces referencia a decadas atràs la gente tomaba las vacaciones como normal y relajante, si….pero no pasaban los otro 11 meses pagandolas.
ahora se vive y vacaciona por encima de las posibilidades, hay que mantener la imagen dicen…, entonces se endeudan para "disfrutar las merecidas vacaciones", y claro luego el resto del año agarrado de los huevos trabajando como un burro para pagar ese mes de relajaciòn.
Entonces no tienes otra que seguir enganchado a ese curro que no te gusta, solo porque tienes que pagar el nivel de vida que llevas. Y por supuesto dar esa imagen felìz al resto de la sociedad.
Si te deprime volver al trabajo luego de unos dìas de vacaciones es obviamente porque no haces lo que te gusta, lo haces obligado, porque como dice esa trillada frase "hace lo que amas y no trabajaras el resto de tu vida". claro, no todos pueden hacer lo que aman. Entonces violìn en bolsa y ajo y agua, ( ajo derse y agua ntarse) y no quejarse que al final cuando quieras acordar se te fue la vida y lo ùnico que hiciste fue quejarte y lloriquear por todo.
Totalmente de acuerdo.
Como borregos:
En la misma época…todos al mismo sitio…a hacer lo mismo….las mismas fotos….la misma comida …mismas achtividades….pendientes del tiempo a toooodas horas….imágenes de autopistas llenas…maletas….hoteles…gente joven feliz….gente mayor feliz….niños superfelices….extranjeros felices….cientos de fiestas a cual masabsurda…tradiciones perdidas que se recuperan y pasan a ser tradiciones nuevas….!!!!
Prensa y televisión son agencias de publicidad y bombadean continuamente con un sólo objetivo: sacarnos de casa a toda costa y vaciarnos los bolsillo a golpe de expectativas.