La galardonada documentalista y periodista Marie-Monique Robin nos introduce en el mundo de la agroindustria -su campo de investigación desde hace más de una década, y sobre el que versa su último ensayo- con una sencilla presentación que lo dice todo: “El aumento de enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes y el cáncer está directamente relacionado con los alimentos que comemos; las hormonas sintéticas presentes en los fertilizantes y pesticidas que entran en contacto con la comida son muy peligrosas para la salud y no suelen detectarse en los análisis toxicológicos, por lo que se invalida el principio ‘la dosis hace el veneno’”.
Su nueva obra «Las cosechas del futuro: Cómo la agroecología puede alimentar al mundo» es fruto del análisis comparativo de diversos sistemas de producción alimentaria que, en sinfonía con otras suyas anteriores como «Nuestro veneno cotidiano» y «El mundo según Monsanto«, cuestiona el mito de que la bajada del precio de los alimentos o de que el fin del hambre en el mundo solo son posibles mediante la producción industrial de alimentos. La principal novedad que aporta la autora gala con este último libro es que existe una alternativa demostrable, «más sobresaliente de lo que creía antes de iniciar la investigación”, llamada agroecología.
La transición de la agroindustria a la agroecología todavía es posible, explica Robin, pero aun existiendo la voluntad política necesaria para propiciar los cambios legislativos que la permitan, llevará muchos años descontaminar las tierras y las aguas subterráneas hasta poder producir alimentos sanos. Es por ello que urge, en primer lugar, limitar el uso de pesticidas y transgénicos –España es el país más permisivo de la UE con el cultivo de Organismos Genéticamente Modificados y la comercialización de otras sustancias tóxicas, como el bisfenol A, que en otros lugares como Francia está prohibido–
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