Léanlo completo y sabrán el porqué del título 🙁
El pellizco más grande del Gordo de Navidad de 2016 recayó en la residencia de mayores «Las Peñuelas» donde el 80% de la plantilla y muchos ancianos llevaban participación del premiado 66.513 y el día del sorteo, a mediodía, tras conocerse la noticia, el vestíbulo era una fiesta; los abuelos y las trabajadoras botaban, bailaban, brindaban y lloraban de la alegría… pasado un año la estampa es bien distinta, los mayores pasan las horas sentados en sofás, en un silencio tan sepulcral como el que ha impuesto la dirección a la plantilla de trabajadores ante la avalancha de medios de comunicación interesados en conocer si la lluvia de millones les ha cambiado la vida.
A éstas horas, hace justo un año, empleados y ancianos afortunados con el Gordo mostraban ufanos sus boletos premiados. Un año después, sin embargo, los más dispuestos a conversar son curiosamente quienes no resultaron agraciados con premio alguno, trabajadores que se quedaron sin décimo por estar de baja, porque a última hora decidieron no comprar lotería o los que han entrado nuevos a trabajar… todo comentario sobre la fortuna de sus colegas denota un resentimiento modulado con resignación sobre su mala suerte. La riqueza colectiva si acaso se hace visible en el subsuelo, con más coches nuevos que nunca en el garaje.
Los ancianos de la residencia a los que los niños de San Ildefonso convirtieron en protagonistas el año pasado son, quizás, los que han salido peor parados, según el relato de los empleados que se atreven a saltarse el silencio administrativo… un par de ancianos afortunados fueron trasladados a centros privados con mejores condiciones asistenciales, incluso a uno también se lo llevaron a un piso que compraron en el barrio. pero el recuerdo imborrable para los empleados fué el «buitreo» de familiares de éstos ancianos premiados con el Gordo las horas y días siguientes al sorteo; hijos y sobrinos que no venían de visita jamás, salieron de la residencia con un décimo en la mano y no se les ha vuelto a ver de nuevo volver a la residencia «igual de solos o más incluso, y decepcionados, así están muchos de los que posaban tan alegres en TV con su décimo premiado hace un año. Hay que ver como el puñetero dinero nos transforma«, reflexionan.
Fuente: 20minutos
Avaricia .Envidia.
La publicidad explota salvajemente en un país azotado por la crisis la creencia de que de la noche a la mañana la solución a los problemas familiares o personales, es que la suerte llame a la puerta.
Que eso sea además fomentado y laureado por el gobierno de turno es deplorable.
Al día siguiente la frustración y la sensación de engaño son empañadas por vergonzantes imágenes de periodistas exaltando la idiotez y la cara de panoli del que no ha jugado o no quiere jugar, junto a la del que es medio millonario por obra y gracia del espíritu Santo.
Ole…el año que viene se vendera más aún.