Hace poco, China le mostró al mundo su primer avión de pasajeros íntegramente fabricado en casa; lo mismo hizo con su primer tren bala que viaja a 400 km/h, y con sus carreteras inteligentes que recargarán autos eléctricos en movimiento, y con sus robots que utiliza por ejemplo Foxxcom para ensamblar iPhones, y sus nuevos satélites… solo son ejemplos de símbolos que se suman a las fábricas y centros de investigación que tiene Apple en su territorio y de empresas automotrices tales como GM, Volkswagen y Toyota.
Éstas y otras operaciones forman parte del plan «Made in China 2025» que abrió el grifo para que corrieran miles de millones dólares con el objetivo de que el país se convierta en una potencia industrial y tecnológica. Pekín ha dicho abiertamente que quiere dejar atrás su fama como proveedor de zapatillas, ropa y juguetes baratos. Pasar de ser un país de mano de obra de bajo costo a uno de ingenieros.
Ese es el horizonte del plan «Made in China 2025» con el que Pekín quiere conquistar el mundo. El mismo plan que Donald Trump considera un «robo de tecnología» que atenta contra la seguridad nacional y la libre competencia y que ahora está en el centro de una potencial guerra arancelaria entre los dos países. Tanto le preocupa a Washington la estrategia de Xi Jinping, que el secretario de comercio de Estados Unidos, Wilbur Ross, dijo «es aterradora, ellos han sido la fábrica del mundo y ahora quieren ser el centro tecnológico del mundo» tal y como pueden ver aquí.
De hecho, una de las últimas victimas de dicha «guerra encubierta» ha sido la china ZTE que se ha visto involucrada en un «presunto» escándalo de venta por tecnología china a Irán prohibida por los EEUU y su embargo comercial a dicho país, lo cual ha desencadenado que el gigante ZTE cese todas sus operaciones comerciales.