Si existiese un género de terror basado en los padres, la película más taquillera se llamaría “CONCILIACIÓN”. La eterna cuenta pendiente en España no son los cuartos de final de los Mundiales, es la conciliación… lo es al inicio de la crianza, pero es un proceso que se alarga hasta que el hijo abandona el nido.
Y es que cuando se terminan las bajas de maternidad y paternidad hay tres opciones mayoritarias: tirar de abuelos –si por fortuna los tienes cerca y no están chochos-, optar por una reducción de jornada, u optar por pagar una niñera/o –eso si te lo puedes permitir económicamente hablando, claro-.
Reducciones y excedencias son conceptos que todavía se escriben en femenino; un 92,63% de las excendencias por cuidado de hijos las piden ellas –37531 mujeres frente a 2986 hombres, según los últimos datos recogidos por el Instituto de la Mujer-, y claro, si no hay tiempo, si no hay capacidad económica, no hay hijos. Actualmente España tiene una de las tasas de fecundidad más bajas del mundo.
En España fallan varias cosas, pero la más evidente es la diferencia en los tiempos de los permisos. “No se trata por igual a mujeres y hombres y, por lo tanto, existe una clara asimetría de género en la crianza. Por ejemplo, tras el nacimiento de una criatura, las mujeres tienen derecho a 16 semanas de permiso de maternidad; los hombres, a 4 semanas desde el 1 de enero de 2017. Estos permisos son cruciales pero, tal y como están diseñados en la actualidad, no se aprovecha por igual el capital humano y el capital cuidador de ambos progenitores” nos cuenta Teresa Martín García, científica titular del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC. «En un mundo ideal los permisos deberían ser de igual duración para mujeres y hombres, intransferibles y remunerados al 100%. De lo contrario, la crianza sigue siendo fundamentalmente de las mujeres y son ellas las que sufren la fuerte penalización en el mercado de trabajo porque se ausentan más tiempo de sus empleos cuando nacen sus hijos/as”, añade.
Un fallo del sistema es que no se estiman bien los costes asociados a la crianza de los hijos. “Habría falta garantizar el acceso universal a la educación infantil de 0 a 3 años. Hoy en día, sólo 1 de cada 3 niños acude a una escuela infantil”, asegura Teresa Martín. «Muchos padres optan por el cuidado en casa hasta los tres años ante las dificultades de asumir una guardería privada y encontrar plaza en una guardería pública es una de las pruebas del programa Ninja Warrior«
Otro fallo es el cortoplacismo. En España existen –o han existido– medidas muy focalizadas en la natalidad y no en la crianza, con cheques bebés que no tienen mayor recorrido que pagar pañales. “Las políticas públicas deberían abordar de manera más eficaz el problema del desempleo, precariedad laboral, bajos salarios de los adultos jóvenes y la carestía de la vivienda, así como la dificultad de compaginar trabajo y familia. Serían efectivas más medidas de organización flexible del trabajo y protección real -no solo legal- de madres y padres trabajadores”.
Soluciones existen… por ejemplo, en Irlanda existe un subsidio familiar, una prestación que se abona por cada menor a cargo… por el primer y segundo hijo se abonan 166 euros mensuales, aumentando por el tercero y siguientes, y así hasta que alcancen la mayoría de edad… en Suecia el esquema de ayudas es tan potente que te dan ganas de formar una tribu allí –las prestaciones pueden alcanzar los 1.500 euros por persona–