Son las tres de la tarde y una cuadrilla de albañiles mira el reloj después de comer apurando los últimos minutos antes de volver al tajo. La obra está muy cerca de la Gran Vía madrileña y después de muchos años de profesión saben bien de lo que hablan porque después de las vacaciones –no pagadas– volverán al mismo andamio.
La crisis precarizó el sector y esa precariedad no ha mejorado, aunque las grúas vuelvan a verse en el horizonte de las ciudades. Precariedad que el grupo de albañiles que habla resumen con una cantidad: 4,50€ la hora, todo incluido. En ese todo incluido, pagas extraordinarias, finiquitos por despido que nunca cobrarán pero que firman con su nombre debajo del recibí antes de empezar incluso a trabajar, al igual que con supuestas cantidades a cuenta. Pero solo, sobre el papel.
Fermín Yébenes –inspector de trabajo y portavoz de la Unión Progresista de Inspectores– dice «somos conocedores de que en la construcción se están produciendo estos abusos, pero sin la prueba, sin el recibí que se firma en blanco y donde después se anotará la cantidad para que el empresario pueda justificar que se llega a lo que marca el convenio, aunque ni se aproxime o el finiquito que el trabajador firma antes incluso de que empiece en la obra para que el despido le salga gratis, sin eso, poco podemos hacer«
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