Ese parece ser el límite de la esperanza de vida máxima en base a un análisis reciente de los datos demográficos globales publicado en la revista Nature, que sugiere la cifra como la edad máxima alcanzable por un ser humano, y que es muy poco probable que alguna vez alguien vaya a vivir mucho más allá –a menos que la ciencia avance lo suficiente para terminar con ese problema– máxime teniendo en cuenta que la persona más longeva de la historia reciente murió pasados 122 años, y de aquello hace ya 20 años.
Es una conclusión sorprendente teniendo en cuenta los enormes logros médicos que hemos conseguido y el constante aumento de la esperanza de vida, pero como señala este estudio, los beneficios producidos por estas intervenciones y todas las cosas que hacemos para permanecer vivos y saludables solo llegan teóricamente hasta esa edad. Con el tiempo nuestros cuerpos, sin importar lo que hagamos, se desgastan y expiran.
Nadie ha vivido más que Jeanne Calment, que murió en 1997 a la edad de 122 años y 164 días. Dado que cada vez hay más personas que superan la barrera de los 100 años, y teniendo en cuenta los constantes aumentos en esperanza de vida, los científicos pensaban que su récord de longevidad se rompería con relativa rapidez, pero no, no ha sido así, y es que hay una gran diferencia entre la esperanza de vida —el tiempo promedio se espera que una persona viva dentro de una población— y la vida útil o esperanza de vida máxima, que describe la edad máxima alcanzada por un miembro de una especie en particular.
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