A finales del siglo pasado había dos monstruos para los jóvenes: la droga y los embarazos no deseados. El comienzo del XXI los ha reemplazado por otros fantasmas: el estrés, la depresión y la obsesión por el éxito según un informe en la revista «The Economist«. Estos jóvenes y adolescentes de la generación Z –los nacidos a partir del año 2000– ya no poseen los mismos miedos tempranos de sus padres –los de la generación X, nacidos entre 1960 y 1980– sino que han evolucionado a otros diferentes.
The Economist intenta buscar respuestas a esta angustia de los jóvenes y dice que una podría estar en las redes sociales, dado que éstas tecnologías aíslan a los adolescentes de sus amigos y provocan que se ataquen unos a otros con más facilidad, pues es acoso es señalado como uno de los principales problemas actuales.
Paloma Simón, psicoterapeuta especializada en niños y adolescentes, considera que las redes sociales infunden más ansiedad a los jóvenes. Lo que antes podía ser un insulto en el patio del colegio hoy se ha amplificado a un acoso por varios canales digitales. «Los adolescentes están más expuestos al bullying. Acosan mucho a los más inteligentes«, señala; «también me preocupan los asuntos relacionados con el sexo. Hay muchos casos de chicos que piden a sus novias que les envíen, en privado, fotos y vídeos de ellas desnudas. Pero, al final, los acaban viendo todo el instituto. Esas chicas sufren mucha ansiedad y angustia«.
The Economist apunta que el estrés y la ansiedad parecen una epidemia de esta época áctual, que afecta a personas de todas las edades y de todos los grupos sociales. «Hay una ansiedad tremenda, nunca se ha visto tanto estrés en los jóvenes actuales«, indica Paloma Simón. «Ahora se toman más ansiolíticos que nunca y hay más depresiones que nunca, a diferencia de antes que solo se producían por un golpe duro en la vida«.
La terapeuta considera que la generación Y –aquellos nacidos entre 1980 y 2000– sufren tanta ansiedad como los actuales adolescentes. Les cuesta encontrar un empleo, les cuesta tener un salario, no dan con un trabajo que les guste, etc etc… no es nada nuevo en la historia pero les disgusta más si cabe porque no es el futuro que les prometieron. Los jalearon tanto con eso de «¡Sois la generación mejor preparada de la historia!» que las cifras infames de desempleo de los últimos años los han arrojado a una profunda apatía: «No les han dado instrumentos para evitar la ansiedad y por eso tienen tolerancia cero a la frustración«, indica, «y ese mismo desanimo parece estar calando también en nuestros jóvenes y adolescentes, dado que algunos no confían en el futuro; tienen poca fe en que estudiar les vaya a dar una vida decente, piensan ¿para qué me voy a molestar en estudiar si luego no hay trabajo? pero es que esa falta de expectativas contrasta con los modelos de éxito que ven en influencers y redes sociales, lo que les repercute en provocarles más ansiedad y frustración«.
Fuente y articulo completo: The Economist / yorokobu.es – https://is.gd/PbYM0g