Sin duda, tiene razón

Paloma Llaneza es abogada, auditora de sistemas, consultora de seguridad y colaboradora habitual del diario El País. Ha orientado su ejercicio profesional hacia los aspectos legales y regulatorios de internet –operadores, protección de datos, propiedad intelectual, etc– así como a la seguridad en Tecnologías de la Información.

Sus razonamientos tienden a acumular metáforas que, aunque inusitadas, resumen con precisión debates complejos, una de sus favoritas es la de la panceta y la privacidad digital: «Igual que hay que hacer un esfuerzo del córtex prefrontal para resistir a caer en las garras de la grasaza, con las apps pasa lo mismo. Las apps son verdaderas máquinas de hacernos adictos. Todo el mundo puede entender que aunque seamos capaces de clonar un ser humano, éticamente no es adecuado hacerlo. Hay sistemas de Inteligencia Artificial en los que pasa igual, pero nadie está reflexionando sobre ello«.

En su último libro publicado, traza una historia del cómo hemos llegado hasta aquí, del por qué «es mucho más importante ese pequeño dato que das de ti al sistema de lo que tú te crees que es» y como nuestra cesión puede impactar en la sociedad, en nuestras relaciones personales, e incluso en modelos políticos.

Muchos medios llevan mucho tiempo hablando y exponiendo públicamente sobre las malas prácticas de Facebook por poner un ejemplo, pero mientras, se multiplican los avisos sobre herramientas gratuitas que basan su modelo de negocio en el minado de datos personales, que cada vez tienen más usuarios –¿que creen ustedes que ocurre con los datos que usted facilita cuando, desde facebook por ejemplo, hacen click en un enlace y se ponen a rellenar la típica encuesta que nos dirá que tipo de personaje del comic o princesa Disney seriamos o que tipo de animal nos identifica más?– por tanto, ¿en qué nos estamos equivocando?

«Es como si estuviéramos hablando con un cardiólogo y nos dijera: ¿en qué nos hemos equivocado si llevamos 30 años diciéndole a la gente que no se ponga hasta arriba de torreznos y resulta que la gente se sigue muriendo de ataques al corazón? … el problema es que nuestro cerebro humano funciona de una manera muy curiosa, siempre pensando en la recompensa inmediata. Cuando te ponen delante un producto adictivo, es muy complicado pensar a medio plazo, porque la mayoría de veces decimos para nuestros adentros ‘sí, vale, es muy bueno comer verdura, pero hoy me voy a meter este bocata de panceta que está delicioso. Y ya a lo mejor este fin de semana corro un poco’… pues con la privacidad pasa un poco lo mismo.» expone

«Igual que hay que hacer un esfuerzo del córtex prefrontal para resistirse a caer en las garras de la grasaza, con las apps pasa lo mismo, son verdaderas máquinas de hacernos adictos. Hay toda una tecnología de la adicción detrás del funcionamiento de todas las aplicaciones y servicios que usamos y es brillante cómo han utilizado la neurociencia para volvernos adictos. Esa adicción nos lleva a tener la necesidad de entrar, ver las notificaciones, mandar un mensaje, ver qué opina y dice mi red, responder ipso-facto a esta alerta que me ha llegado, etc, etc, todo ell0 sin plantear ni pensar en el medio plazo sobre la presunta recogida de datos que multinacionales y grandes empresas están llevando a cabo sin darnos cuenta» recalca.

Fuente original:  eldiario.es  –  https://is.gd/iS3481

Yo añadiría más; aparte de que a veces la tecnología nos hace tontos –les reto a que cojan a su primogénito adolescente y sin movil ni calculadora a mano, les pongan un ejercicio del tipo «desarrollame con lápiz y papel la división de 587 entre 73» por poner un ejemplo, a ver que ocurre– es complicado no ponerse a pensar lo fácil que se lo ponemos a las agencias gubernamentales el que puedan «pinchar» nuestras comunicaciones, pero bueno supongo que eso es otra historia…

 

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