Éstamos ya en el año 2023. Tras un año de la implementación de la Renta Básica Universal en el Estado Español, la comisión sobre nuevos modelos redistributivos del Ministerio de Economía y Bienestar ha publicado su primer informe de seguimiento. El documento, que combina un completo balance cuantitativo en el que se recogen los efectos de la medida sobre las distintas variables macroeconómicas, con una amplia retrospectiva de carácter cualitativo trae, según sus autores, buenas noticias: aunque el PIB ha descendido levemente durante este primer año, el índice Gini que pondera la desigualdad, lo ha hecho aún más, mostrando un panorama nunca visto: hay algo menos de riqueza en la sociedad pero está mejor repartida. Esto ha tenido impactos en diversos ámbitos extra-económicos, mejorando la salud mental, la confianza en el futuro, y en general el bienestar emocional de la población.
“Nos alegra poder evaluar por fin la renta básica como política pública y no el enésimo experimento sobre el tema”, ha celebrado ante la prensa Carla Barrios, la economista especializada en sistemas de justicia social que ejerce como portavoz de la comisión. Visiblemente emocionada, esta histórica defensora de la renta básica, ha ido desgranando los principales hallazgos del equipo de evaluación, compuesto por técnicos de diversos ministerios y representantes elegidas por los colectivos sociales que protagonizaron la lucha por garantizar una base material a toda la ciudadanía. “Yo es que aún no me lo puedo creer”, ha confesado al término de su intervención provocando algunas risas entre los medios presentes.
María Flores, vecina de Granada e integrante de la asamblea a favor de la renta básica del barrio del Albaicín, coincide con Barrios. “La verdad es que a nosotras también nos cuesta creerlo, pero a medida que vamos interiorizando lo que pasa, que hemos ido comprobando las transformaciones en la vida que supone recibir a final de mes un ingreso fijo, contar con ello, nos decimos que sí, que a veces pasan cosas buenas, que a veces una puede hacer avanzar a la historia”, apunta la activista. Por eso, en la red interterritorial de vecindades por unas condiciones dignas de vida, relata Flores, se está planteando que en el futuro se celebre esta fecha con una fiesta. “Creemos firmemente que son este tipo de conquistas, y no otras, las que deben ser conmemoradas por la gente. Nos dimos cuenta que el modelo de nuestra ciudad solo nos ofrecía laberintos, volcarnos al turismo con empleos precarios, perder a tanta gente que debía marchar a buscarse la vida”
Cuenta Flores que a principios de 2021, la situación en el barrio era desesperada: “Nos dimos cuenta que el modelo de nuestra ciudad solo nos ofrecía laberintos, volcarnos al turismo con empleos precarios, perder a tanta gente que debía marchar a buscarse la vida. En este marco, que toda la ciudadanía cuente con una base material garantizada, ha generado un vuelco: La subida de los salarios, el paso de gran parte de los trabajadores del sector turístico a jornadas parciales, el arraigo de los jóvenes, la proliferación de pequeñas cooperativas agrícolas, tecnológicas, artísticas, de todo tipo. Es asombroso el abanico de posibilidades que se abre cuando tu existencia no gira en torno a conseguir el dinero necesario para sobrevivir”, concluye.
El investigador Ilpo Sykko, integrante de una delegación finlandesa que ha venido a estudiar la implementación de esta medida por primera vez en el Estado español, a la espera de que el resto de los países adopten las recomendaciones de la Unión Europea de instaurar una renta básica universal fruto del histórico éxito de la Iniciativa Ciudadana Europea ICE que arrancó en septiembre del 2020, explica que ninguna de estas consecuencias les sorprende: “Nosotros mismos llegamos a conclusiones similares tras el proyecto piloto que se hizo en Helsinki en 2015”, recuerda.
“Lo que nos interesa indagar, no es tanto los efectos de una renta básica, sino las dinámicas que han conseguido que se implementara una medida que suponía un desafío, tanto para los imaginarios de la gente, aún moldeados en torno a la centralidad del trabajo como único modo legítimo de acceso a recursos económicos, como ante las élites, que se han visto forzadas a acaparar menos riqueza y aceptar una reforma fiscal asombrosamente progresiva. Sectores, que, como sabemos, no están acostumbrados a salir perdiendo”. Este catedrático en Sociología de la universidad de Vaasa, reconoce que, con las diez millones de firmas que obtuvo la ICE, era cuestión de tiempo que algún estado se lanzara a incorporar la medida, aunque esperaba que fuese el país escandinavo el que marcase la vanguardia en este ámbito. “Creemos que el factor determinante que ha puesto al estado español a la delantera de este cambió histórico, ha sido la masividad y la constancia del apoyo social”, concluye.
Miguel Mármol, uno de los portavoces de Estudiantes en lucha por la renta básica, cursa el último año del grado en Filosofía en la Universidad de Salamanca, y considera que la movilización continua de jóvenes y estudiantes ha sido clave para hacer de la renta básica una realidad en el Estado. “Es muy jodido pasarte años yendo a clase, teniendo siempre de fondo ese runrún de que no hay un futuro para tí, que una vez obtengas tu título lo que te espera es batirte con los demás por cualquier trabajo, ir dónde sea, hacer lo que sea, aceptar lo que sea, para ganarte la recompensa de ser explotado al menos ocho horas al día y así acceder al triste premio de poder pagar tus facturas a fin de mes”.
Este curso, Violeta Sanz no ha conseguido acceder a la universidad, entre la pandemia del 2020 y las movilizaciones del 2021 su rendimiento en el instituto se vio muy afectado. A ella no le importa, dice que no tiene prisa por entrar en la universidad, con la renta básica y las horas que trabaja como camarera ha conseguido independizarse, y ahora que sabe que no le faltarán recursos, se ha tomado el tiempo para decidir qué hace con su vida. “Nadie sabe muy bien cómo comenzó todo en mi instituto, pero casi de un día para otro estábamos todas en la calle, exigiendo el derecho a la vida, a la emancipación, a la tranquilidad, jugábamos a encontrar nuevos derechos, nuevas posibilidades, que la renta básica abriría, ha sido una época muy emocionante”, sonríe Violeta. “Algunos dicen que hemos perdido un año de nuestros estudios pero qué es eso comparado a ganarte el derecho a pensar el futuro sin miedo”.
Más allá del balance positivo de expertos y una gran parte de la ciudadanía, no son pocos los sectores que señalan las limitaciones de esta medida y alertan contra el triunfalismo. Es el caso de los colectivos por el derecho a la vivienda, que recuerdan que, con el precio de alquileres e hipotecas, gran parte de esa base material garantizada acaba en los bolsillos de propietarios y especuladores. “Con más gente con dinero en el bolsillo y por tanto más demanda en la vivienda, nos preocupa que quienes han salido perdiendo pagando más impuestos para financiar la renta básica, recuperen parte de lo perdido subiendo aún más nuestros alquileres”, señala Víctor Míguez, de la PAH de Palencia.
El rol de las plataformas de defensa de la vivienda, ha sido central para que, en los momentos álgidos del debate legislativo que llevó a la aprobación de la ley, los partidos que habían prometido dar su apoyo a la introducción de la medida tal y como la defendían sus precursores –universal, individual, suficiente e incondicional- cumpliesen con sus compromisos. Acostumbradas a poner el cuerpo para defender los derechos, enfrentándose a la amenza de multas, detenciones, o violencia policial, fueron ellos quienes tomaron la iniciativa para rodear el Congreso durante el debate; “traicionar la voluntad de las personas, como por momentos parecía que iba a pasar, era para nosotras, a un nivel metafórico, desalojar nuestro derecho a una vida digna del Parlamento”, sostiene Míguel. Así, aun considerando que queda mucho por avanzar y que “los derechos sociales seguirán siendo una quimera hasta que no se regule el mercado de la vivienda”, entiende que la conquista de la renta básica universal asienta un buen precedente. “Andábamos necesitados de alguna victoria, algo palpable, que se sintiera en nuestras vidas, en nuestra cotidianeidad, y esta lo es”.
Comparte Leire Guerra, afiliada al Sindicato BGT, la alegría que sintió cuando se formo la Coordinadora intersindical por la renta básica. “En las estructuras de las grandes centrales de trabajadores había un gran escepticismo, algunas llevábamos años intentando convencerles de qué maravillosa caja de resistencia sería la renta básica, pero ni caso nos hacían”. Cuando tres meses después de su implementación la patronal abogó por bajar el salario mínimo y se empezaron a detectar descensos unilaterales de sueldos sobre la base de que las y los trabajadores ya cobraban un mínimo por parte del Estado, se convocó una huelga general, fue esa caja de resistencia la que permitió que el paro se prolongase durante semanas. “Nada nuevo, sabiendo que no te vas a quedar sin nada por el camino, es más fácil echar un pulso, y este pulso era difícil, pero lo ganamos, también porque no estábamos solos”, afirma Guerra.
“Yo creo que los sindicatos estuvieron a la altura, pero que si la huelga tuvo esa amplitud en cuanto a seguimiento y duración, tuvo que ver con que fue una huelga a nuestra manera, una huelga que desbordó el trabajo asalariado, una huelga de pararlo todo”, cuenta Estela Díaz, portavoz de las Feministas por la renta básica. Díaz considera que pese a lo vistoso de la huelga laboral, de cuidados y de consumo que paralizó el país durante semanas y terminó por doblegar, al menos temporalmente, a las élites en su ofensiva para aprovechar la renta básica a su favor, en realidad todo fue resultado de un esfuerzo cotidiano y silencioso. “Acechadas por la precariedad, por la carga de cuidados, por el retroceso en derechos que amenaza con traer toda crisis, en definitiva, angustiadas, nos forzamos a creer en la renta básica como un primer paso para retomar procesos de emancipación y autonomía. Sabemos que esto no acaba con el patriarcado, pero aporta un suelo más firme, un horizonte más calmo, un paradigma más justo, desde el que seguir peleando por la igualdad”.
«Tampoco va a acabar la renta básica con el racismo institucional, pero la verdad es que para muchas de nosotras supone ese colchón familiar, esa ayuda incondicional que te salva de la miseria, de la que nosotras, como población migrante, muchas veces carecemos. Saber que tus hijos van a tener eso, que van a poder estudiar más tiempo, o pensar qué quieren hacer con su existencia más allá de trabajar en cualquier empleo de mierda por no tener nada con lo que negociar, no lo cambia todo, pero cambia mucho”, dice Marian Velasco, activista antirracista y empleada del hogar.
Velasco constata que ahora trabaja muchas menos horas; “con la renta básica universal estamos negociando mejores salarios, y por otro lado las familias tienen más tiempo para los cuidados y la organización del hogar”, resume. Sin embargo, piensa que esta medida tiene importantes límites que vencer. “Mientras haya compañeras sin posibilidades de regularizar su situación administrativa, la explotación seguirá siendo una realidad en nuestro sector”, asevera. Piensa que, para continuar la lucha, es necesario seguir apuntando contra la ley extranjería. “En eso seguimos nosotras, ahora con más fuerza porque no nos pasamos 12 horas al día luchando por traer dinero suficiente en casa” afirma.
Las conclusiones del primer informe sobre la implementación de la renta básica en el estado español, dan cuenta de todas estas consecuencias positivas: la reducción del número de horas extras trabajadas, un descenso sin precedentes en cuanto a población en riesgo de pobreza y exclusión o la optimización del trabajo inclusivo de los servicios sociales, tras una profunda desburocratización de sus funciones. “Lo único que lamentamos es que se haya esperado tanto, que tanta gente haya tenido que llegar al límite para que finalmente se aprobara una medida que es de sentido común: distribuir los recursos del estado de forma que nadie quede atrás. Entender la supervivencia como un derecho”, concluía hoy ante la prensa la portavoz del comité de seguimiento.
Fuente y articulo original completo: elsaltodiario.com
elsaltodiario.com/renta-basica/ano-uno-aprobacion-renta-basica-erradicacion-pobreza
Ja, ja, ja…
Me contaban unos abuelos que en la República en su pueblo estaban todos muy felices en la colectivizacion de las tierras. En tiempo de cosecha todos fueron a trabajar, y ese año la fiesta fue mejor que las pasadas. Lo curioso es que muy pocos se presentaron para trabajar la tierra después.
Castillos en el aire, si suben los impuesto solo van a conseguir que la gente productiva y que aportamos mucho mas que lo que consumimos emigremos y se caiga el castillo de naipes.