El cobro de comisiones a clientes se ha consolidado como el plan B de la banca española para mantener a flote su negocio tras el gripado de su principal vía de ingresos tradicional, que eran los intereses por prestar dinero –porque si antes era complicado obtener un cre´dito ahora ni les cuento– y es que se han detectado hasta cuarenta de esas fórmulas de recargo en el Portal del Cliente del Banco de España, unos artilugios comerciales cuya variedad ha ido aumentando en paralelo al volumen de ingresos que generaban conforme se alargaba la política de bajos tipos que el Banco Central Europeo comenzó a desplegar hace algo más de una década para afrontar una crisis a la que, con la pandemia, se le ha superpuesto otra de mayor intensidad.
Esa política comercial consiste en que los bancos, al no salirles tan rentable como antes de la gran recesión prestar e invertir, optan por compensar el descuadre sacando cada vez más dinero a quien le confía el suyo y a quien se financia con sus préstamos.
Esos recargos –que la ley obliga a vincular a los servicios bancarios que reciben los clientes, aunque los tribunales han declarado inexistentes y abusivos algunos de ellos, como ocurrió con la comisión de apertura de las hipotecas– llevan una década superando por un amplio margen a los beneficios de las entidades financieras. Y eso, por pasiva, indica que estas arrastrarían unos voluminosos números rojos sin esas comisiones, de las que comienzan a no librarse ni las cuentas más saneadas, tal y como denunció este jueves la OCU, que recogía cómo algunas entidades aplican indiscriminadamente un recargo por los depósitos.
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