En los primeros momentos de la pandemia, en medio de una situación de confinamiento que pocos podían imaginar, hubo dos productos que escasearon en los estantes de los supermercados españoles: el papel higiénico y la harina. Después del estallido de la guerra en Ucrania, fue el turno del aceite de girasol. En unos pocos días de huelga del sector del transporte, comenzó a faltar leche en las estanterías.
Si bien todos estos episodios de falta de productos tienen chispas diferentes, comparten un mismo detonante: el miedo. Miedo a no poder acceder a algo que hasta hace poco se daba por hecho. Las emociones son grandes motores de la forma en la que consumimos y el miedo es una emoción poderosa y, en ocasiones, irracional.
Pero el miedo no surge así como así. Estos episodios de compras masivas indican que detrás hay algo más. Una serie de emociones que son fruto de cómo funciona nuestro cerebro. Una factura que dejó la pandemia a nuestra sociedad que ahora sobre-reacciona a problemas pequeños y con ello acaba generando problemas grandes, en los que los medios de comunicación y las redes sociales colaboran, engrandeciendo los problemas e incluso siendo capaces de dirigir el comportamiento de la población.
La profesora de psicología económica Elisa Sánchez Lozano, resume cómo funciona el patrón de nuestras acciones mediante sesgos cognitivos. “Nuestro cerebro está diseñado para que sobrevivamos al imponerse el miedo, no para que seamos felices, colaborativos o buenos con los demás. Cuando se entra en ese estado de miedo, se entra en una visión de túnel en la que solo se ve lo que se tiene delante y no se es capaz de tener una visión global y amplia. Es una visión tan sesgada que solamente ves eso que te preocupa e ignoras todo lo demás”, afirma la experta.
Mucha gente en el pasado hemos ido a un supermercado y si no no había leche o no había aceite o había subido el precio, no le dábamos importancia; nos apanábamos como fuera o preguntábamos a algún trabajador cuándo iba a venir ese producto y seguiamos con nuestra vida. Pero ahora, lo que está pasando es que tenemos nuestra atención puesta en todo esto porque la TV y las redes sociales nos bombardean con problemas por todos lados, enfatizándonos a tener miedo y por ello, mentalmente lo exageramos y le damos muchísima importancia a estas cosas.
Un ejemplo: Estas dos imágenes siguientes son del pasado 18 de marzo y muestran a un hombre comprando aceite. La de la izquierda fue tomada en Sevilla y la derecha, en Madrid. Las dos son reales, pero la de la derecha da más sensación de desabastecimiento, y sin duda es la que puestos a elegir seleccionarían los medios para mostrarnos esa realidad junto con frases del tipo «desabastecimiento«, «crisis«, «guerra«, etc.
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cincodias.elpais.com/cincodias/2022/03/24/economia/1648124630_169720.html