El motivo es pueril de tan obvio que es, a la vista de la demanda la oferta sube precios asegurándose un cash-flow y encima el dinero que reciba será el de Estados de la eurozona para enviarlos al frente ucraniano. Además las condiciones de venta son muy rigurosas quien compra no puede hacer con el vehículo blindado lo que le venga en gana, no puede venderlo, cederlo o arrendarlo a terceros países sin permiso del fabricante, porque claro es un arma de guerra que debe estar bajo control en todo momento y lugar y todo ello sujeto a decisiones y condiciones de Estado.
De ahí el problema, por ejemplo Polonia quería mandar los suyos rápidamente cosa a la que se opuso Scholz porque exigió e EEUU que el fabricante de los Abrams también enviara una remesa de ellos a Ucrania, Alemania no quería ver solo sus carros de combate frente a los rusos por las represalias de estos a Alemania por distintas vías, al final ganó Scholz y Biden tendrá que dar orden para que los Abrams participen también en el conflicto.
El negocio de la guerra es muy sencillo y claro, quien fabrica armas hace el agosto en un conflicto de este calibre. Y cuidado porque todo el mundo piensa en los grandes fabricantes y se equivoca, el verdadero dinero está en pequeñas empresas altamente especializadas que venden tecnología para la defensa e inteligencia, propietarios de una patente exclusiva que como decimos en tiempos donde hay demanda el precio sube exponencialmente porque no hay competidores.
Perfectamente una empresa que aporte el 1% de una determinada arma , dispositivo o aparato de uso militar puede ganar más que la suma de todos los que pongan el 99% restante. Para entrar en el sector del armamento hay que conocer quien es quien pero más quien fabrica qué para qué.