Para empezar, deberíamos ponernos de acuerdo en qué entendemos por chicharro. Creo que podríamos sentirnos cómodos con la siguiente definición: valores de baja capitalización (nº acciones en circulación por precio de mercado) que presentan, a priori, un riesgo elevado. Intuyo, sin embargo, que ya no será tan fácil ponernos de acuerdo en qué es eso de riesgo elevado y menos todavía en algo más importante: cómo evaluamos si hay o no ese riesgo elevado. Pero voy a intentarlo… Y para ello voy a ilustrarles con el caso de una compañía que cumple con el perfil de chicharro y que, valiéndonos de un análisis al más puro estilo “value-investing”, podríamos haber evitado un quebranto patrimonial en el caso de haber caído a su “encanto”. Es el caso de American Superconductor Corporation (AMSC).
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