Marta Muñoz-Calero ElPais.com
Hora punta en un restaurante de moda. Las comandas salen disparadas de una cocina que echa chispas; «Camarero, por favor, yo tomaré la ensalada César con pechuga de pollo ecológico a la parrilla” pide un chico con decisión. “A mí me gustaría probar la pasta fresca con colmenillas salvajes y aroma de trufa”, comenta su acompañante al maître. ¿Era esto lo que realmente querían pedir los clientes o una carta diseñada maléficamente ha decidido por ellos? Los menús de muchos restaurantes esconden pequeños secretos marketinianos que juegan con nuestra psicología para “ayudarnos” a elegir (lo que al empresario le conviene, claro).
Todos los esfuerzos publicitarios son pocos para atraer a los clientes a las puertas de su restaurante y, una vez dentro, el objetivo es que gastemos el máximo dinero posible en el establecimiento. Quizás lo hayáis imaginado, el arma para lograrlo se llama carta.
Hay toda una ciencia en cuanto al diseño de menús de restaurantes: el tamaño, el tipo del papel, el número de hojas, la tipografía, la jerarquía de platos… En el Culinary Institude Of America incluso existe una asignatura dedicada íntegramente a la Ingeniería de Menús, donde se aprende a aplicar conocimientos técnicos de disciplinas como el marketing o las tecnologías culinarias para maximizar su rentabilidad.
La función de estos engineers esta clara: conseguir que el plato más productivo para el dueño del restaurante sea el que finalmente presida la comanda. La nuestra, ayudarte a descifrar el menú más traicionero.
Estas son las diez 10 amenazas a las que debemos estar atentos a la hora de pedir en un restaurante. Hay que desconfiar de:
1. Las cartas en las que no aparecen los precios alineados en columnas. Cuando el coste del plato aparece camuflado junto a la suculenta descripción, evitan que se haga un cálculo rápido de lo que costará la cuenta.
2. Los platos que aparezcan en el lado superior derecho de la carta. La visión humana tiende a empezar por esta zona del menú y allí siempre se encuentra lo que les interesa vender, ya sea por rentabilidad o por su alto precio. Si es un menú tipo libro hay que estar atentos a aquellos platos situados en la zona media y superior de la hoja de la izquierda.
3. Los primeros y últimos platos de la columna de sugerencias. Las personas solo nos quedamos con los platos que se colocan en estas posiciones olvidándonos de todos los que aparezcan entre medias.
4. Los signos que ensalcen un plato como especial de la casa, nuevo, home made etcétera. Suelen encubrir platos con pingües ganancias para el dueño del negocio.
5. Las descripciones coloristas llenas de palabras gancho como ecológico, asado en horno de leña, de la lonja, del mercado, crujiente o marinado. Son palabras que excitan el apetito generando una imagen del guiso que nos hace salivar y pedir con la tripa. Palabras como frito, hervido o rebozado consiguen el efecto contrario. ¿Quién no se pediría unos “Salmonetes de la Lonja en sándwich con trufa, puerros ecológicos y su flan”? (leído en el menú de Can Fabes).
6. Platos sofisticados y suculentos y caros situados cerca de los mas sencillos. Al compararlos nos decantaremos impulsivamente por el que más les seduzca sin pararnos a mirar el precio.
7. Las zonas recuadradas o subrayadas ya que es aquí donde sitúan los platos más lucrativos para el establecimiento. Y hay que desconfiar más aún de los que pongan en la parte derecha del recuadro ya que nuestra mirada automáticamente irá a por ellos.
8. De platos con precios escandalosos justo antes o después de uno con un precio inflado para lo que ofrece. Un ejemplo: Huevos de codorniz, salmón ahumado y caviar Beluga a 48,60 euros situado justo encima de otro compuesto por una yema de huevo trufado con crema de alcachofas, espinacas y foie a nada menos que 25,92. Al comparar cifras la sensación es que el huevo con foie es un chollo cuando es un precio suficiente por un entrante de huevos a pesar del foie. (leído en el menú del Restaurante Zalacaín)
9. De las recomendaciones que aparecen adheridas al menú principal. No siempre, pero puede que el cocinero se quiera deshacer de ciertas piezas que no ha conseguido sacar en servicios anteriores.
10. La contraportada o de la ultima página, son el trastero de los platos. Aquí se destierra a los menos solicitados o a los alimentos y bebidas más básicas como refrescos o cafés. Resulta parecido a lo que ocurre en los supermercados en los que la leche o lo huevos (bienes de primera necesidad) están colocados al fondo de la tienda con el objetivo de conseguir compras impulsivas de productos menos necesarios y más caros por el camino.
Una buena descripción de platos y un buen diseño en el menú puede incrementar entre un 20% y un 30% la factura de un cliente, según aseguran varias webs dedicadas al marketing hostelero. Las herramientas utilizadas son lícitas pero no dejen atrás la astucia e intenten driblarlas a la hora de pedir la comida que realmente quieren consumir.
Una ultima advertencia para no hacer el pardillo, es pedir siempre platos con ingredientes de temporada y, si puede ser, locales. No hay que ceder a las presiones de las recomendaciones del camarero y jamás devolver un plato de malas formas. Es posible que cuando vuelva a la mesa se haya colado algún «ingrediente sorpresa».