Luis Aparicio Pérez Director de Contenidos de INVERTIA/ www.invertia.com
Con la apremiante necesidad de volverme a poner en la vanguardia y dejar esta cara de estupefacción que tengo en los últimos meses, voy a recordar esos profundísimos cambios. Son tan rápidos, tan radicales y tan hondos que aún no me atrevo a criticarlos abiertamente. De momento, me conformo con relatarlos y entenderlos. No es un mal propio de España. Es un discurso que se oye por todo el mundo, preferentemente Europa, porque hace años que otros ya vivieron estos cambios o nunca los tuvieron que hacer:
1.-Las pensiones públicas no están garantizadas, al menos en las cuantías esperadas. Además tendré que jubilarme mucho más tarde que mi padre.
2.-En breve empezarán a cobrarme por servicios sociales hasta ahora gratuítos. De momento, aseguran que Educación y Sanidad son intocables, pero el debate está abierto.
3.-Han desaparecido las cajas de ahorros, se mire por donde se mire.
4.-Es muy probable que los hijos vivan peor que uno. Cuestión que empieza a asumirse sin mayores problemas.
5.-Vivir en una casa en propiedad será dentro de poco un lujo, a tenor de los elevados precios, los bajos salarios y tremendo para juvenil.
6.-En una empresa es posible que te bajen el sueldo y, además, varias veces.
7.-La deuda de los Estados ya no es una inversión sin riesgo. Los Estados pueden no pagar o meterte una quita que te deje frío. De ahí para abajo todo tiene mucho riesgo.
8.-Los bancos pueden dejarte sin ahorros. Con un mal sistémico en el sistema financiero, las medidas de garantía son papel mojado. Demasiados a defender para el poco dinero que hay.
9.-El puesto de trabajo asegurado no existe para nadie. Raro será que uno se jubile donde empieza a trabajar, medida que incluso afectará a los privilegiados funcionarios.
10.-Competimos con países que carecen de los más mínimos derechos sociales y gran parte de sus trabajadores se encuentran en un estado de semiesclavitud. En pos del liberalismo económico no se impone aranceles reseñables a sus productos o servicios.
11.-La soberanía económica no reside en los países, sino en órganos supranacionales que marcan y definen al detalle las políticas económicas que hay que seguir.
12.-Los mercados marcan el camino también de las reformas económicas. Algo que, sin embargo, parece lógico si se les debe dinero.
Sé que se me olvidan algunos aspectos que a buen seguro el lector podrá completar con sus comentarios. Son solo doce, como los mandamientos, pero suponen una auténtica revolución a la que no estaban acostumbradas nuestras neuronas. Es un salto muy significativo, muy drástico para poder asumirlo en unos cuantos años. Cada aspecto de estos o los que usted aporte merecen una profunda reflexión… si el tiempo lo permite.