Uno de los temas de conversación más repetidos en las últimas semanas es el de la gente que se pregunta cómo es posible que haya llegado diciembre y aún no le hayan ingresado la devolución del IRPF. Por mucho que Hacienda repìta que se ha devuelto ya el IRPF a más de un 90% de los contribuyentes con derecho a devolución, el dato importante no aparece por ningún lado: la parte del importe total que efectivamente se ha devuelto, porque sí, nos creemos que a todos los que les tenían que devolver once, treinta o trescientos euros, se lo han devuelto, ¿pero qué ha pasado con las cantidades superiores a dos o tres mil euros? ¿Por qué hay tanta gente pendiente aún de su devolución?
De momento y hasta enero, Hacienda tiene margen para ingresar esas devoluciones sin verse obligada a pagar intereses, pero el mosqueo de los ciudadanos es importante y se multiplican las dudas de qué está pasando, máxime cuando al ingresar en la web de Hacienda e introducir la clave correspondiente, la única explicación que se encuentra es un mensaje afirmando que la declaración «está en tramitación» o «se está revisando«.
Por supuesto, nos parece muy bien que se revisen todas las declaraciones, y por supuesto, nos parece estupendo que en aquellas en que haya dudas o algo no esté claro se obligue a la complementaria correspondiente, pero mucho nos tememos que este caso tenga más relación con la contabilidad creativa del Gobierno respecto a las autoridades Europeas que con la persecución efectiva del fraude fiscal.
La Hacienda pública se rige por el criterio de devengo, esto es, que el gasto se contabiliza cuando se genera la factura o se genera el derecho del ciudadano contra la administración, como es el caso de las devoluciones de IRPF. Por tanto, para alcanzar el objetivo de déficit impuesto por la Unión Europea, no es descartable que hayan marcado millares de declaraciones de la renta como sujetas a comprobación, pues al estar siendo comprobadas NO EXISTE el derecho de cobro del ciudadano, y esas cantidades no cuentan como gasto y NO computan como déficit de 2012. Así, es muy posible que haya varios miles de millones de euros retenidos en el limbo, que ni van a aparecer en las cuentas ni acaban de llegar al bolsillo de sus legítimos propietarios.
La estrategia concluiría cuando luego, en 2013, se pagan estas cantidades con un interés ridículo (ellos no pagan recargo de demora), y para el año siguiente ya se verá, que es la mecánica a que nos está acostumbrando un Gobierno incapaz de afrontar con un mínimo de coraje cualquier problema.
Si esta sospecha fuese cierta, lo que hace el Gobierno es negrear las cuentas a costa de tomar prestado dinero a la fuerza de manos de los ciudadanos, con el pretexto de que se están comprobando sus declaraciones. Todo un atraco, todo un fraude, y toda una mentira en nuestra contabilidad nacional.
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