El ex-presidente alemán Christian Wulff será juzgado en unos meses por cargos de corrupción, más de año y medio después de que anunciase su dimisión -ocupó el cargo 20 meses-. Deberá responder ante la justicia por aceptar favores –según dictaminó hace unos días un tribunal de Hannover– descartándose así la petición para que fuese juzgado por aceptar sobornos, delito éste último más grave…
Los cargos de los que se le acusan provienen de una visita que realizó en 2008 al Oktoberfest de Múnich donde un productor de películas le cubriese sus gastos, que ascendieron a algo más de 700 euros, sospechándose que Wulff presionó luego a Siemens para favorecer la comercialización de sus películas.
Pese a negar las acusaciones, otra serie de hechos están «manchando» su reputación, como por ejemplo hace unos meses que un periódico le acusó de engañar al Parlamento sobre un préstamo de vivienda barata que le concedió un amigo, cuyo colofón fué que Wulff tuviese que pedir disculpas tras amenazar al director del diario si publicaba la noticia… También figuran en su haber varias acusaciones que incluyen «presuntas» mejoras en vuelos, estancias en hoteles, lujosos regalos, etc…
En caso de ser condenado podría ser sentenciado a una pena de seis meses a cinco años de prisión, aunque lo más probable es que quede en libertad condicional.