El tenue crecimiento económico del tercer trimestre del año no es suficiente para proclamar el fin de la recesión. Una recuperación que ataje la principal debilidad de la economía española, el desempleo, está lejos de vislumbrarse y esa es la única luz que queremos divisar al final del túnel. Las recientes previsiones del FMI indican que el PIB se contraerá en 2013 el 1,3% mientras que en 2014 tan sólo experimentará un anémico crecimiento del 0,2%. Por séptimo año consecutivo la demanda doméstica será negativa; ésta atonía impide afirmar que la ciudadanía vaya a notar recuperación alguna. Incluso el propio Gobierno reconoce que en 2014 la destrucción de empleo continuará.
No debemos confundir «el fin de la recesión técnica«, con el fin de la recesión ni de la crisis… a estas alturas de la película, no…
Tres causas fundamentales lastran la recuperación: Las altas tasas de paro (y también de pobreza), la fragmentación financiera del euro (y sus dudas sobre el balance de la banca) y los elevados niveles de deuda privada (uno de los principales desequilibrios a los que se enfrenta la economía española).
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