Los meses pasan, la obra avanza y aparecen situaciones que con el tiempo se han vuelto tristemente habituales en España; un obrero comenta que la dueña de su piso quiere echarle porque necesita la vivienda para su hija, que está en el paro y ahogada por una hipoteca que no puede pagar. Las noticias en la radio empiezan a advertir de una posible crisis. Cada vez hay menos obreros…
La burbuja se ha evaporado y los planes de convertir el Edificio España en un conjunto de viviendas de lujo, un hotel y locales comerciales, desaparece con ella. La reforma se paraliza. Dos años después, ya en 2010, se retrata la soledad de la mole, el vacío: «la mayoría de los obreros que trabajaron allí ya no están en España. Fueron las verdaderas víctimas. Por eso dediqué mi película a todos ellos«
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