(PRONÓSTICOS PARA 2017)
Al iniciarse el año viene el rito de hacer predicciones. Las del año pasado por estas fechas no estuvieron mal del todo. Repasémoslas. Aunque se pueden volver a leer aquí www.finect.com/blogs-fina…
Y también, tras cumplirse alguno de los objetivos, ya a mediados de febrero de 2016, aquí:
Las Bolsas: mi idea era entonces “un IBEX 35 al que le queda entre un 10% y un 15% adicional de caída para completar un 35% de pérdida desde los últimos máximos cercanos a 12.000” y eso es precisamente lo que sucedió. Para primeros de febrero ya se había alcanzado el nivel mínimo del año. No llegó, en cambio, la caída del Dow Jones Industrial de hasta un 20% (que esperaba en una segunda entrega de mi blog a principios de año) que pudiera producirse (apenas superó el 10%) lo que contribuyó a que el IBEX se quedara justo en esa caída del 35%.
La cotización del euro frente al dólar (ó Eurodólar): esperaba que iniciara un cambio de tendencia tras dos años oscilando en el intervalo 1,05-1,17$/€ aunque (en el post del 15 de febrero) le daba una oportunidad a que el dólar se fortaleciera a finales de año 2016, coincidiendo con una subida del tipo real del dólar a 10 años. Todo ello dentro del intervalo mencionado. Pues bien, el dólar se fortaleció en esa oportunidad de finales de año y se salió algo del rango previsto yéndose, como es bien sabido, un centavo y medio fuera de él.
Pero el cambio de tendencia, que es lo realmente importante, no se ha producido aún, y no solo eso: la opinión mayoritaria está aplastantemente a favor de un fortalecimiento adicional del dólar, no para llevarlo a la paridad frente al euro (lo que en términos de tendencia no sería especialmente “contrariante”) sino para irse mucho más lejos. Es decir, a niveles en los que de cambio de tendencia no habría nada.
Las materias primas: “la caída del precio de las materias primas está casi completada”. Efectivamente, estaba ya completada para esas fechas en que escribí los dos posts ya que el mínimo del índice CRB Spot de materias primas ya se había producido. Mientras no cambien mucho las cosas perece que debería ser el mínimo de este ciclo.
Petróleo: “sigo creyendo que estamos en su suelo de este ciclo”. Pues, también, como es por todos conocido, a comienzos del años 2016 se produjo la llegada del precio del petróleo a 27 dólares para el barril de Brent. Su mínimo de este ciclo.
Oro: decía hace un año que el repunte del oro ya “estaba en sazón” y que podría llegar hasta una revalorización del 35%. Esa revalorización se produjo pero sin llegar tan arriba: al alcanzar un +29% en el mes de julio se terminó la subida y comenzó un declive ya para el resto del año.
Yuan: mi idea para 2016 era que el yuan debería sufrir una fuerte depreciación paulatina o una devaluación de golpe por parte del Banco de la China Popular (o banco central chino). El pronóstico se cumplió con una depreciación del yuan en el año que alcanzó el -6%, quedándose algo corto respecto a lo que eran mis expectativas.
Los tipos de interés nominales y reales: “Para 2016 no es probable que veamos enormes cambios (algo que sería coherente con que el eurodólar siga su movimiento lateral unos meses más) aunque la tendencia seguirá siendo creciente, tras ese retroceso hasta el 1,80% mencionado”.
Posteriormente, en el post de febrero, decía: creo que el dólar “ya ha agotado su recorrido alcista (aunque un repunte de sus tipos reales de largo plazo le dará otra oportunidad en el plazo de un año)”.
Pues bien, también en lo que se refiere a los tipos de interés nominales la predicción fue acertada (era la más fácil de todas): a) para el caso del tipo de los Fed Funds se produjo una subida de 0,25% en diciembre mientras que 2) la rentabilidad nominal de la deuda pública para el plazo de 10 años era al terminar diciembre de 2016 de un 2,42% (tras haber pasado unas semanas antes por el 2,60%) mientras que al terminar el año 2015 la rentabilidad estaba en 2,12%.
Más complicada fue la evolución de los tipos de interés reales del dólar a diez años: para empezar, el tipo real final del dólar a diez años al terminar el año 2015 no era de 1,80% (ya que estaba calculado con el IPC anual de noviembre de 2016 al no estar aún publicado el de diciembre en la fecha de escribir el pronóstico) sino de 1,40% (2,10%-0,70%). Inmediatamente después la inflación tuvo un salto hasta 1,40%, por lo que el tipo real bajó a 0,70%; es decir a la mitad de lo pronosticado.
Es decir, los tipos reales del dólar no subieron como los nominales de corto y largo plazo aunque sí repuntaron a finales de año “para darle otra oportunidad al dólar”.
Queda por hablar de “la segunda de las dos próximas recesiones” que no estaba incluida en los pronósticos de manera expresa aunque sí en el título del primer post de 2016 y en el del libro que se publicó posteriormente (¿Por qué en 2017 volveremos a entrar en recesión?. Deusto) pero que se estaba escrito simultáneamente con los dos posts. De eso hablaré al final de este texto
LOS PRONÓSTICOS PARA 2017
El yuan: Quizá el pronóstico más “contrarian” o a contracorriente de entre los que me planteo para 2017 es el de que el yuan va a tener una fuerte apreciación. Lo he comentado ya en Twitter y en alguna conferencia en el mes de diciembre. La lógica de ese pronóstico es fácil de adivinar: la llegada de Donald Trump a la Presidencia de EEUU llevará a una dura negociación comercial entre China y EEUU y, por tanto, a una situación como la que ya se vivió entre la Administración norteamericana encabezada entonces por Donald Reagan y Japón en 1985 y 1986 (años en que se alcanzaron dos acuerdos: el Acuerdo del Plaza y el Acuerdo del Louvre, respectivamente) y que llevó a una acelerada depreciación del dólar.
Frente a la amenaza de imponer un arancel del 45% a los productos fabricados en China que entren en EEUU, la cotización de la divisa es una herramienta que da margen para ceder sin perder demasiado la cara. Además de utilizar la apreciación del yuan frente al dólar como baza negociadora (Trump pretenderá seguramente imponerla y China tratará de aprovechar lo que de ventajoso puede tener para sus empresas endeudadas en dólares esa apreciación) la futura maduración del yuan impone también esa tendencia. Que sea este año o el que viene (yo ya apostaría por este año) o que sea o no tras una devaluación previa del yuan para partir de una posición más ventajosa (que es lo que yo vería más aconsejable, ahora que parece que China ya no exporta deflación, tras conocerse la evolución de su índice de precios de producción) no impedirá que en el futuro el yuan tenga que apreciarse.
El eurodólar: Esa eventual apreciación del yuan frente al dólar sería el catalizador para que el dólar se depreciara también frente a las demás divisas y, en concreto, frente al euro. En contra de esta afirmación y expectativa mía abundan algunos con un razonamiento alambicado e interesantísimo que supone que el “border adjusted tax” (o arancel que con un nombre ad-hoc Donald Trump quiere imponer a las empresas que importen productos del exterior) provocaría una apreciación del dólar del 20%.
Sin embargo, los ciclos del índice dólar y del eurodólar actúan en contra de esa posibilidad, aunque la historia de flotación libre del dólar sea muy reciente y, por tanto, el argumento histórico podría dejar de tener validez. Pero para ello tendría que saltar por los aires un patrón de comportamiento que hasta ahora ha resultado muy fiable y que desde hace 25 años ha funcionado con tal precisión que casi parece increíble que pueda ser cierto.
Lo relevante, pues, ahora, es comprobar si el eurodólar y el índice dólar cambian de dirección y empieza a subir el primero de los dos y a caer el segundo. En una situación en que la tesis principal es un cambio de sentido, hacer apuestas sobre hasta qué punto llegará la cotización, carecería de toda base.
Las Bolsas: Es curioso que el año 2017 se presente con una combinación de características propias de 1982/83 y de 1986/87. Es decir, de los dos primeros años de cada uno de los dos mandatos de Ronald Reagan en los que las Bolsas recuperadas primero de la caída y recesión de 1981/1982 y, después, en trayectoria alcista imparable, parecían no tener enemigo que les hiciera frente. Pero llegó el crac de 1987 y, por un tiempo, todo el mundo estuvo aterrorizado de lo que podrían ser sus consecuencias.
En la situación actual las Bolsas tienen esa apariencia de invencibilidad y lo más probable es que salvo un gran susto (que incluye el que la Presidencia de Trump y/o las expectativas económicas asociadas a él se frustraran por cualquier motivo, por no hablar, claro, de otros imponderables) continúen esa trayectoria alcista.
En el caso de la Bolsa española y utilizando la comparación que suelo hacer con otras crisis bancarias (de la propia España o de Japón) el recorrido alcista para el IBEX 35 varía entre el 5% y el 15%, respectivamente, para este año. Aunque en algún momento del año la revalorización podría llegar a ser más intensa, pero una posterior caída dejaría el saldo neto del año en esos porcentajes.
4)Las materias primas: están en una caída secular de precio que se inició en 2011 (para algunas en 2008) y eso no va a cambiar en el corto plazo. Todo apunta, sin embargo, a que han tocado suelo ya que durante los próximos años van a tener movimientos al alza y a la baja de dos a tres años de duración en cada sentido. Dentro de ese movimiento alterno, en el año 2016 ya habrían consumido la mitad del período alcista por lo que les queda aún fuerza para seguir recuperándose de la caída de los años 2011-2015 pero con el riesgo de que en el horizonte ya casi está el momento de iniciarse la caída de nuevo. De ahí que el año pueda ser muy complicado para ellas. Y concretando algo más:
a.El petróleo: La trayectoria al alza debería mantenerse con un tope lejano: en los 75 dólares/barril. El año, sin embargo, empieza con una caída fuerte del SP GSCI de energía: -5,7% a 10 de enero.
b.Oro: Ha flojeado antes de lo que debiera y por eso podría recuperar algo de fuerza antes de volver a caer de precio. Aunque la caída no debería ir mucho más allá del -12%, lo que llevaría el precio a los niveles del mínimo de 2015: rondando 1.050 $/onza. (+3% en los primeros días de 2017)
c.Metales industriales: Se han desquitado en 2016 con fuertes subidas. Provisionalmente diré que le queda mucho recorrido a alguno de ellos (como el aluminio) pero no tanto a otros como el estaño o el plomo, aunque el conjunto de los metales industriales hayan empezado 2017 con verdadera fuerza: +4,5% en siete sesiones.
d.Materias primas agrícolas: la tendencia parece claramente alcista, en especial si se trata de “Índice de granos”. Algunas, como el trigo, parecen especialmente bien posicionadas. El año empieza con +3,3%.
Tipos de interés: los nominales de largo y de corto parece que seguirán subiendo. Para hacer una apuesta distinta en estos momentos prácticamente habría que hacerlo por la aparición de una situación casi catastrófica.
Los tipos de interés reales del dólar a largo plazo (diez años) lo más probable es que se mantengan en el intervalo de 2016 que va de cero a 0,70%, con tendencia a la baja y sin descartar que entren en terreno negativo. Eso significaría que la inflación está creciendo más que la subida de los tipos nominales, cosa que podría ocurrir perfectamente en EEUU con las medidas proteccionistas que aumentarían los precios interiores, con la tendencia alcista del precio de las materias primas y con la situación de pleno empleo de que goza EEUU (con costes salariales al alza) y que no aliviará una política llamada a restringir la llegada de inmigrantes.
El año de la segunda de las dos próximas recesiones
Esa era mi caracterización hace justo un año de lo que podría ser el 2016. El pronóstico de que eso podría ser así estaba hecho por primera vez en mayo de 2009. O sea, hace ya casi ocho años. Entonces la recesión se situaba (en un gráfico que he difundido muchas veces) a caballo de 2016 y de 2017.
Cuando escribía mi último libro mencionado más arriba (hace también justo un año) la situación era tremendamente negativa: bolsas que se hundían, rumores sobre Deutsche Bank y datos económicos que cada vez eran peores, acompañados por su correlato de precios de las materias primas que llegaban a los niveles más bajos de los últimos años y por unos beneficios empresariales que estaban acumulando cinco trimestres seguidos de recesión.
Sin embargo, desde entonces, la situación ha cambiado: los datos económicos mejoran, las materias primas han subido de precio y la elección de Donald Trump ha provocado un ataque de euforia que no hubiera conseguido una buena combinación de fármacos. Asombrosamente, y en apenas dos horas lo que se avecinaba como catástrofe pasó a convertirse en una bendición para la economía y los mercados. Todo a una en un ataque de optimismo que, si no fuera porque sabemos que pudo haber sido ensayado, se interpretaría como el resultado de una conspiración: “¡todos a una!”. Es asombroso pero es así.
Un columnista de Financial Times que escribe artículos de coyuntura muy interesantes ha descrito así la situación en sus dos últimas columnas: “hace un año parecía evidente que venía una recesión global. Ahora parece evidente que no”.
Yo suscribo la primera evidencia pero no la segunda, aunque mi distanciamiento tiene un matiz: sí que es evidente que la probabilidad de una recesión global se ha reducido. Yo diría que del 75%-80% a niveles del 55%. Y es que queda mucho partido por delante.
Que se haya reducido la probabilidad de recesión tiene que ver con que el Brexit no se lo cree nadie excepto la libra esterlina que se ha depreciado y los fondos inmobiliarios que reaccionaron inicialmente como era de prever. Pero la fecha de denuncia del Tratado de Lisboa por parte de Theresa May se acerca y está todo por ver. Tampoco está claro que la aplicación del programa de Trump vaya a ser un camino fácil: si consigue aplicarlo, mal y si no lo aplica, para los mercados, peor.
RUMBO A TRUMP. RUMBO A 1987
Comparaba antes la situación con la de 1982/3 y 1986/87: a) dólar muy fuerte; b) bolsas americanas que se han revalorizado desde los mínimos casi en idénticos porcentajes; c) tensiones comerciales de EEUU con la potencia emergente (entonces Japón; ahora China); d) materias primas que repuntan después de una larga e intensa caída; e) precios del petróleo, en particular, que alcanzaron sus niveles mínimos del ciclo; f) recesión de beneficios (beneficios empresariales que caen durante varios trimestres); g) recesión industrial; h) productividad estancada o cayendo;…
Sin embargo, a pesar de los pesares y contra lo que había ocurrido en todas las ocasiones en que se daba esa combinación desde 1950, la economía de EEUU no entró en recesión, aunque vivió (ella y el resto del mundo) un susto equivalente: el crac de Bolsa de octubre de 1987.
¿Volverá a repetirse esta vez? ¿No habrá recesión pero si crac de Bolsa? ¿Los dos o ninguno de los dos? Veamos cómo toma posesión Donald Trump primero y después haremos las siguientes apuestas. Como se decía en las bromas colegiales antiguas: procedamos de manera cartesiana. Punto por punto.