¿Qué prefieres ser un ignorante vivo o un sabio muerto? ¿un cobarde vivo o un valiente muerto? si respondes que que vivo a las dos tu vida sin lugar a dudas no vale para nada porque no eres útil ni para ti ni para nadie. Si respondes vivo a la primera no pasa nada, solo los sabios alcanzan las cotas más altas de la miseria (creo que Groucho Marx). Si respondes vivo a la segunda contigo no se puede contar ni para jugar a las cartas.
Si respondes muerto en las dos, no te pases amigo, no te creas tan importante chaval habrá que ver por qué tipo de conocimiento y por qué valores morirías, Hitler habría contestado muerto a las dos sin pestañear.
Venga .. buen finde … esto es simplemente un silogismo.
Buena premisa :)Aprovecho para daros las gracias por vuestros comentarios y analisis,la verdad que aprendo mucho,no se si para bien o para mal,pero aprendo 😀 Tambien os deseo buen finde y como dice mi amigo Bilbo Bolson:
-No hay nada mejor que gozar de los pequeños placeres de una vida sencilla.
Un saludo
Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladoliz y el comentario del Sr. Pelleja, uno recuerda aa Fray Luis de León y aquel poema de la Vida retirada, sin saber si tendrá cabida en esta página, pero la Bolsa desde un huerto bien cultivado tiene mejor sabor.
Ahí va :
¡Qué descansada vida
la del que huye del mundanal ruïdo,
y sigue la escondida
senda, por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido;
Que no le enturbia el pecho
de los soberbios grandes el estado,
ni del dorado techo
se admira, fabricado
del sabio Moro, en jaspe sustentado!
No cura si la fama
canta con voz su nombre pregonera,
ni cura si encarama
la lengua lisonjera
lo que condena la verdad sincera.
¿Qué presta a mi contento
si soy del vano dedo señalado;
si, en busca deste viento,
ando desalentado
con ansias vivas, con mortal cuidado?
¡Oh monte, oh fuente, oh río,!
¡Oh secreto seguro, deleitoso!
Roto casi el navío,
a vuestro almo reposo
huyo de aqueste mar tempestuoso.
Un no rompido sueño,
un día puro, alegre, libre quiero;
no quiero ver el ceño
vanamente severo
de a quien la sangre ensalza o el dinero.
Despiértenme las aves
con su cantar sabroso no aprendido;
no los cuidados graves
de que es siempre seguido
el que al ajeno arbitrio está atenido.
Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo,
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.
Del monte en la ladera,
por mi mano plantado tengo un huerto,
que con la primavera
de bella flor cubierto
ya muestra en esperanza el fruto cierto.
Y como codiciosa
por ver y acrecentar su hermosura,
desde la cumbre airosa
una fontana pura
hasta llegar corriendo se apresura.
Y luego, sosegada,
el paso entre los árboles torciendo,
el suelo de pasada
de verdura vistiendo
y con diversas flores va esparciendo.
El aire del huerto orea
y ofrece mil olores al sentido;
los árboles menea
con un manso ruïdo
que del oro y del cetro pone olvido.
Téngase su tesoro
los que de un falso leño se confían;
no es mío ver el lloro
de los que desconfían
cuando el cierzo y el ábrego porfían.
La combatida antena
cruje, y en ciega noche el claro día
se torna, al cielo suena
confusa vocería,
y la mar enriquecen a porfía.
A mí una pobrecilla
mesa de amable paz bien abastada
me basta, y la vajilla,
de fino oro labrada
sea de quien la mar no teme airada.
Y mientras miserable-
mente se están los otros abrazando
con sed insacïable
del peligroso mando,
tendido yo a la sombra esté cantando.
A la sombra tendido,
de hiedra y lauro eterno coronado,
puesto el atento oído
al son dulce, acordado,
del plectro sabiamente meneado.