Son la la mayor Corporación «sin animo de lucro» del país. Una parte importante de sus ingresos nacen del cupón de ciegos –una lotería iniciada en 1939 con el objetivo de desarrollar una red asistencial específica para los ciegos– que posee una convulsa historia en su adaptación a la “democracia”, donde su gestión oculta un importante conflicto social con los vendedores de cupones.
En una entrevista realizada a Ismael Villar e Inocencio Rial –delegados sindicales en la Organización Nacional de Ciegos de España– por parte de la periodista Susana Ortega, se obtienen detalles muy curiosos sobre el funcionamiento interno de la Organización; veamos algunas perlas:
Los discapacitados no ciegos son mayoría –de la plantilla de 19.600, los no ciegos son 13.000- y para acceder a cargos de responsabilidad hay discriminación, el que manda es el ciego. Hay un apartheid manifiesto y el discapacitado no ciego es la mano de obra barata. El ciego tiene derecho a ser Directivo o mando intermedio o Consejero; el discapacitado no ciego no tiene voto en las elecciones políticas de la ONCE. De los 72.000 afiliados que hay en la ONCE solamente 6.400 son trabajadores de plantilla. Hay 4/5 partes que sin haber tenido auténtica relación laboral con la ONCE tienen la facultad de elegir sus órganos de gobierno. De ese modo se ha creado un poder de enormes dimensiones y la ONCE juega con dos monopolios, el del Juego y el de la Discapacidad, y se autoproclama -o el Poder deja que se autoproclame- para que hable en nombre de todos los discapacitados. Y mantiene el cuento de que sus beneficios son para dicho colectivo.
Te voy a citar lo que nos dijo, hace ya tiempo, un diputado del PP al presentarle nuestras reivindicaciones: “No podéis pretender que el Partido del Gobierno ponga patas arriba a la ONCE cuando lo que consigue es pastorear maravillosamente la discapacidad y quitarnos un problema de encima a los políticos de turno”. Carlos Campuzano, Presidente de la Comisión de Discapacidad del Congreso hasta que empezó toda la movida de Cataluña -porque es diputado del PDeCAT- también nos dijo que teníamos que entender que el “buenismo trabajo” que transmite la ONCE a la sociedad hacía que combatirlo estuviera automáticamente mal visto. Desgraciadamente es verdad, si dices a la gente cosas como que la ONCE despide y deniega la venta a personas ciegas te toman por loco.
Si a la ONCE se le autoriza a que pueda vender lo que quiera, como quiera y donde quiera y a la vez se puede desprender de su plantilla con discapacidad sin ningún tipo de limitación mientras la Organización recibe todas las exenciones posibles –no se paga cuota patronal a pesar de lo malita que está la Caja de la Seguridad Social– y además recibe millones en subvenciones por contratación, es que algo no cuadra. Hace algunos años la ONCE era autosuficiente sin recibir ninguna de las ayudas que hoy tiene. Esta ONCE que tanto luce y que tan bien está en el escaparate, desde luego no es la ONCE de la autosuficiencia, es la ONCE de la dependencia de las ubres del Estado.
Si les interesa pueden leer la entrevista completa en su fuente original pulsando aquí