España ha cerrado 2018 con un déficit del 2,7% del PIB, es decir, unos 32.400 millones de euros de desfase entre lo que ha ingresado y lo que ha gastado, según ha adelantado la secretaria de Estado de Presupuestos y Gastos, María José Gualda.
Con este año se encadenan así once ejercicios seguidos en los que el país no ha conseguido ingresar lo suficiente para financiar sus gastos, y de todos ellos sólo en dos ejercicios fue capaz de cumplir con el objetivo de déficit que había pactado con Bruselas.
Para 2019, el Gobierno se ha comprometido –obligado por la mayoría absoluta del PP en el Senado– a cerrar el año con una desviación del 1,3% del PIB, ya que su objetivo inicial era pasarse en un 1,8% y contaba con el beneplácito de la Comisión Europea. Sin embargo, el Banco de España cree que el país tampoco podrá cumplir este propósito si saca adelante las cuentas de sus Presupuestos y apunta a que en realidad el déficit será superior al 2%.
En cualquier caso, el problema del déficit es coyuntural a la economía española. Según datos de Eurostat, desde el año 1995 en que se inició el registro, la economía española sólo ha estado en situación de superávit durante la época de la burbuja del sector inmobiliario. El país cuadró sus cuentas en 2004 y registró un superávit del 1,2% en 2005, el 2,2% en 2006 y el 1,9% en 2007, después de casi una década (1995-2004) de déficit, pero es que con el estallido de la crisis, el país pasó de nuevo a los números rojos en el año 2008 al registrar un déficit del -4,4%, que se agudizó hasta alcanzar el peor dato al año siguiente, cuando cerró en -11%.
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