Matemática y doctora en Ciencias Matemáticas, ha dedicado toda su vida profesional a la economía. Catedrática por la Universidad de Alicante durante más de treinta años, también ha sido profesora en el Reino Unido, en Austria o en Italia, entre otros países. En todo este tiempo ha trabajado manejando términos como equidad, compromiso o solidaridad, que al lego le parecerían alejados de la disciplina económica. Autora de numerosos libros y cabeza de otros tantos proyectos de investigación sobre la economía del bienestar, su labor fue reconocida con el doctorado honoris causa por la Universidad de Granada en 2014 y con el Premio Rey Jaume I de Economía en 2017 –la primera mujer en recibirlo en veintinueve ediciones, «Y me lo dieron cuando ya me había jubilado» confiesa riendo–
Su trabajo en una rama de la economía denominada «economía del bienestar» se distingue porque, en lugar de mirar a la economía en su conjunto, a los datos macro, pone el foco en el individuo. Para que los individuos estén bien necesitan una serie de requisitos. Sobre todo necesitan la capacidad de desarrollarse como personas. Y esa capacidad depende, entre otras cosas, de tener oportunidades de educación, de tener acceso a servicios de salud si están enfermos, de desarrollar sus ideas. Se trata básicamente de tener oportunidades. Por ejemplo, si tiene una buena idea, si tiene algo que decir al mundo, debe tener acceso a los mercados financieros, al crédito, para poder llevar esa idea a cabo. Todo eso forma parte de la economía del bienestar.
Somos incultos en materia económica; los economistas académicos trabajan en sus despachos y, sin embargo, los que hacen economía son otros estamentos… Quienes hacen economía son el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo y los políticos. Y a esas personas y a esas instituciones las conoce todo el mundo; la concepción de la economía que llega al público no viene desde las personas que han pensado las ideas sino desde las que las ponen en práctica, y que las ponen de las maneras que las ponen.
La entretenida y productiva entrevista deriva en muchos aspectos que pueden leer mejor en su fuente original jotdown.es pulsando aquí pero ahora bien ¿ha descubierto ésta señora la pólvora al definir tan dramáticamente la imagen que encabeza éste articulo, con la frase de «pobres con empleo»?
Les razono con un ejemplo cercano: Un conocido, en tiempos del presidente Aznar, curraba en fábricas de muebles y cobraba 400 pesetas la hora –o sea, dos coma cuatro euros actuales– con contratos mediante empresas de trabajo temporal de una semana o dos meses en el mejor de los casos y cuando Zapatero, con un título técnico de Formación Profesional y currando como un negro en una oficina de ingeniería, unos 700 euros mensuales que luego pasaron a 1200 –y de gracias– al titularse de ingeniero… pasó el tiempo y al final, dicha persona, ya hastiada, tuvo que emigrar de España en 2007 para poder conocer de verdad lo que era tener una buena casa propia sin dejarse un riñon, un pulmón y un ojo ni ni zipotecarse a 40 años, al igual que un coche medianamente aceptable y cuentas bancarias con ahorros sin llevar casi a diario los huevos de corbata y el «donette» más apretado que los tornillos de un submarino.
El resumen de servidora es que España ha sido, es, y será una jod??? mier?? laboral siempre. Me hace gracia la gente que afirma que Rajoy, Zapatero o incluso Aznar son los culpables de la crisis … acá o se te dan bien los negocios o te haces funcionario, porque todo lo demás es, casi habitualmente en muchos casos un poema a no ser que elijas carreras profesionales con buenas salidas, y no es ninguna novedad, ha sido así toda la vida
¿que opinan ustedes? adelante, los comentarios están abiertos, pueden aportar sus ideas y experiencia al respecto si lo desean
Pues sí, tienes toda la razón. Esto ha sucedido en España de siempre. Y lo peor, es que no se pagan ni el mérito ni el esfuerzo, ni en la Administración Pública ni en la empresa privada. El logro social y las mejoras económicas están más relacionados con los contactos que se tengan o de quién se sea familiar. Y claro, como la cosa es como es, pues inventamos la picaresca (algo muy español). Y no queda más remedio que transformar la inteligencia en astucia para sobrevivir.