El primero es un deja-vu financiero entre el Banco Nacional Suizo y el BCE en un momento crítico:
15 de enero de 2015. Todos los ojos miraban al Banco Central Europeo (BCE), del que se esperaba que justo una semana después lanzara su programa de compras de deuda pública en el mercado, similar al que la Reserva Federal estadounidense había aplicado entre 2008 y 2014. Pero, de repente, emergió el Banco Nacional Suizo (BNS) y precipitó los acontecimientos al romper las ataduras que había mantenido para el franco suizo desde 2011, por la que no toleraba que un euro comprara menos de 1,20 francos, y al rebajar los tipos de interés hasta el -0,75%.
El anuncio, inesperado, a quemarropa, causó un terremoto en los mercados. Ese día, el euro se depreció un 17,5% contra la moneda suiza, para saltar directamente de los 1,20 a los 0,99 francos.
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El segundo desde EEUU y como no con Trump de por medio ahora yendo a por las FAANG
la Administración Trump ha alertado de las posibles prácticas monopolísticas que ejercen con el resto de compañías las grandes tecnológicas.
En concreto, el Departamento de Justicia anunciaba este martes que está “revisando cómo las empresas tecnológicas han conseguido poder en el mercado y si se han involucrado en prácticas que perjudican a la competencia, impiden la innovación o perjudican a los consumidores”.
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