Riders y lluvia, mala combinación

Riders y lluvia, mala combinación

Llueve en Madrid. Va en bicicleta, lleva chubasquero y una mochila amarilla con la palabra Glovo con letras verdes. «En los días de lluvia sales de casa con miedo y nervios. Los coches y autobuses tampoco señalizan con los intermitentes cuando llueve. Tú intentas poner más atención a la carretera, pero el mínimo fallo te puede suponer un accidente. Como cualquier otro día, pero con lluvia es más probable”, añade J., antes de empezar a repartir comida a domicilio. Su profesión también recibe el nombre de rider. Es el paradigma de la precariedad laboral.

Solo cobra por pedidos completados, no por las horas que se pase en la carretera. Si se queda en casa porque teme al aguacero, ese día no gana dinero y, además, la aplicación le penaliza: recibirá menos pedidos que sus compañeros en el futuro. Es más, si se pasa todo el día dando vueltas bajo la lluvia y la app de Glovo no le asigna ningún pedido, tampoco recibe ingresos. “Muchos amigos se han caído en los días de lluvia. Estoy en este trabajo porque no tengo otra cosa, la verdad”, añade J., un empleado sin contrato.

El temporal de lluvias que azotó España hace 10 días y que fue especialmente virulento en provincias como Almería, Murcia y Alicante, ha hecho que algunas personas empaticen en redes sociales con riders como J., que prefiere no revelar su identidad real para no tener problemas con su empresa. “Los repartidores llegaban calados y me pedían por favor que les adelantara los pedidos para acabar cuanto antes”, afirmaba en twitter un trabajador de un restaurante de Murcia.

Además del peligro que supone el agua sobre el pavimento, los días lluviosos son estresantes para los riders por otro motivo: hay más pedidos. A muchas personas no les apetece salir de casa y prefieren que les traigan la comida a casa, especialmente si es fin de semana. “Hay algunos riders que están esperando a los días de lluvia para tener más pedidos. Además, te pagan un pequeño extra cuando hace mal tiempo. Esas personas son las que más veces se caen, por ir con demasiadas prisas”, dice F., un repartidor de Deliveroo en Madrid. Cree que los clientes no suelen valorar lo suficiente el sacrificio que hacen estos trabajadores para llevar comida a cada casa: “Muchos clientes se enfadan cuando llegas tarde. Da igual que te vean empapado y hecho polvo. Y que hayas subido tres o cuatro pisos sin ascensor”.

 

Fuente y articulo completo: verne.elpais.es  –  https://is.gd/PNgejH

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