España ha sido gobernada por personas que nos dijeron una cosa y luego hicieron la contraria, instalados en el poder han hecho como en las guerras secuestrar la información y encarcelar a la verdad. La erótica del poder los hizo hacer e inducir hacer a terceros tropelías y felonías indescriptibles hacia la ciudadanía que decían gestionar y se han salvado por el viciado uso del aforamiento político porque muchos desde el Gobierno de la nación hasta humildes municipios aún tendrían que estar en prisión y hablo desde los tiempos de González por todo tipo de delitos, sobre todo los cometidos contra el erario público.
El último ejemplo de cinismo político en grado máximo lo tenemos en Sánchez cuando se le pregunta por qué le gustaría ser recordado tras su paso por la Moncloa y responde sin pudor que por su gestión de la pandemia, si el que solo se fusila, no hace falta ni llamarle mentiroso, tal gestión ha sido un auténtico desastre de principio hasta que se vaya de la Moncloa. Y no vale compararlo con otros, mal de muchos consuelo de tontos.