La última ola de covid ha tocado o está tocando techo en buena parte de Europa Occidental. En el Reino Unido –uno de los países en que antes se hizo dominante la nueva y supercontagiosa variante a principios de diciembre– es muy evidente ya la bajada de la incidencia, parece que también ha comenzado la bajada de los hospitalizados en planta –tras rozar los 20.000 ingresados-, y continúa desde hace meses el descenso de los hospitalizados en UCI con ventilación asistida: los apenas 700 ingresados positivos por covid con ventilación en UCI representan el nivel más bajo desde mediados de julio de 2021, pese al liviano nivel de restricciones del Reino Unido en comparación con muchos otros países europeos –y de hecho posiblemente por ese motivo en Reino Unido van a quitar todas las restricciones, según cita Los Angeles Times–
En Francia, el país en el que esta ola ha alcanzado mayor incidencia hasta el momento, también los positivos han tocado techo, y previsiblemente lo hagan en breve los hospitalizados en planta y en UCI.
Aquí en España es probable que hayamos visto ya los peores datos de incidencia y la ocupación hospitalaria, en planta y UCI, pues crece ya débilmente los últimos días, lo que nos permite intuir que los máximos están a pocos días vista –si se confirma el aparente descenso de la transmisión-.
Alemania representa un caso diferente de momento. Tras sufrir una «ola» bastante dura durante los meses de octubre y noviembre, parece que comenzó su descenso en diciembre probablemente ayudada por ciertas medidas restrictivas establecidas por las autoridades germanas, pero a fecha actual la incidencia ha vuelto a subir.
El caso es que en todos o casi todos los países ha sido o está siendo la ola más grande en número de casos y en rapidez de crecimiento de los mismos. Así, en el Reino Unido ha sido el triple de alta que la ola invernal del año pasado, en España prácticamente el cuádruple y en Francia casi cinco veces más que aquella. Sin embargo, en términos hospitalarios y de fallecimientos ha sido mucho más manejable que aquella, pese a un nivel de restricciones muy inferior al aplicado hace un año.
Sea gracias al alto porcentaje de vacunación, al muy alto nivel actual de seroprevalencia –especialmente en países que ya han sufrido esta ola de ómicron-, a una intrínseca menor gravedad de la enfermedad causada por la actual variante –que aparentemente se reproduce mucho mejor en la nariz y la garganta que en los pulmones, causando algo más parecido a un catarro que a las terribles neumonías bilaterales del pasado– o a la combinación de los anteriores factores, la realidad es que los hospitales han sufrido mucho menos por covid que el invierno pasado. De hecho, probablemente la presión hospitalaria se ha parecido bastante en la mayoría de los países y zonas a la de los inviernos pre-pandemia que a las avalanchas de las peores olas de covid. No existe ya con esta variante riesgo alguno de desborde de la capacidad hospitalaria.
Sin embargo, la preocupación política, mediática y colectiva ha propiciado una situación de colapso de la atención primaria, donde han acudido millones de españoles asintomáticos o con síntomas leves a hacerse test, o a solicitar bajas médicas, repercutiendo en un daño muy significativo a las empresas, con plantillas que han tenido al 10-15% de su personal laboral de baja a la vez.
Desde el principio, el mayor error de la gestión de esta pandemia ha sido no entenderla de forma dinámica, sino estática. Comparar las incidencias de hoy con las de marzo de 2020 cuando nadie se hacía test, o con las del invierno pasado con la población sin vacunar y otras variantes más agresivas y menos contagiosas no tiene ningún sentido. Adoptar las mismas estrategias cuando el 10-15% de la población ha pasado la enfermedad en el invierno pasado y cuando probablemente ahora más del 50% actual, tampoco. Ómicron no se parece nada a delta: no tiene sentido tratarlas con las mismas recetas.
Salvo que aparezca una nueva variante, muy contagiosa, que evada la inmunidad causada por ómicron u otras variantes en la población que ha pasado la enfermedad, la acción de las vacunas, y que cause cuadros graves en esos colectivos -algo extremadamente improbable-, la crisis ha terminado por completo. Madrid o el Reino Unido han sido la prueba de que, con mínimas intervenciones, los hospitales han aguantado el empuje de este tsunami de casos sin grandes problemas.
Fuente y articulo completo: theobjective.com/elsubjetivo/opinion/2022-01-20/covid-basta-ya/
Un títular para éste artículo :
«Ómicron no se parece en nada a delta: no tiene sentido tratarlas con las mismas recetas».
Cuando poco a poco nos vayamos dando cuenta de éso, será el momento de empezar a ver en qué punto estamos y si estamos a tiempo de detener al «monstruo» que una parte de la sociedad ha creado y otra parte de la sociedad ha permitido convivir con él, a saber el hachazo a las libertades y derechos.
En el caso en el que éste recorte de libertades estuviera justificado y muy bien argumentado con cifras que lo avalen, aún podría tener un pase.
Sin embargo, en el caso del pasaporte Covid, se ha demostrado que ha sido un instrumento ineficaz e inútil que no cumplía con su objetivo/función ( crear zonas libres de Covid ).
Pero claro, éso significa tener que decirle a la gente que lo que se decía que funcionaba, en realidad no funciona.
Y éso va a costar.
Porqué?
Porque es más fácil engañar a la gente que convencerla de que la han engañado.
Y a éso hay que añadir que » el esclavo odia más a aquel que es libre que a sus propios amos».
Aplicado a éste caso, mucha gente ha construido un sentimiento de odio contra todo aquel que se ha rebelado contra el pasaporte covid al querer defender sus libertades…
Por cierto, para los que decían que la inmunidad natural no era «la inmunidad buena» y que la «inmunidad buena » solo se adquiere a través de los pinchazos:
https://www.abc.es/sociedad/abci-coronavirus-inmunidad-natural-protegio-mas-vacunas-durante-delta-eeuu-202201200942_noticia.html#vca=rrss-inducido&vmc=abc-es&vso=tw&vli=noticia.foto