COLABORACIONES EXTERNAS – JMPP
Un extraño negocio. Así se podría calificar la actividad de exportación e importación de gas que realiza España en plena crisis energética. Somos una economía dependiente del gas natural para generar electricidad. Hasta hace nada el principal suministrador de gas a España era Argelia y lo vendía a un precio relativamente barato gracias a los acuerdos de amistad y el envío por gasoducto —más barato que el transporte del gas licuado en barco—. Sánchez ha dinamitado esa relación con Argelia por culpa de su regalo del Sáhara a Marruecos y eso ha supuesto ya un recorte a la mitad del gas barato argelino. Pero, por si fuera poco, la mitad del que aún recibimos es exportado al norte de Europa o, por supuesto, Marruecos, forzando a comprar gas más caro —procedente de fracking y buques metaneros— para usarlo en la generación de electricidad. Resultado: encarecimiento del recibo de la luz. Porque, por mucho que Sánchez dijera que está topado el precio del gas, los consumidores pagan en su recibo mensual la compensación a las gasistas por ese mismo tope. En resumen: un curioso negocio.
Los últimos datos de exportaciones de gas de España han arrojado una peculiar conclusión. Por nuestros gasoductos fluye el gas en las siguientes direcciones y en los siguientes volúmenes. Por el que conecta España con Portugal, nada. Por el que nos une con el resto de Europa a través de los Pirineos, salen 135,8 GWh/día. Por el único gasoducto por el que aún nos envía gas Argelia (entra por Almería), España recibe 274,9 GWh/día. Y por el que llegó a ser el principal tubo de entrada de gas argelino (el que pasa por Tarifa), en estos momentos no llega gas sino que sale: camino de Marruecos y en un volumen de 15,9 GWh/día, según algunos de los datos diarios mostrados a lo largo de esta última semana.
Resultado: entra por los gasoductos un total de 274,9 GWh/día y salen exportados hacia el norte de Europa y Marruecos 151,7GWh/día.Dicho de otra manera: el 55% del gas que llega por tubo, sale por tubo hacia otros países. Más de la mitad. Y ese gas, al ser importado por tubo —sin costes de licuado ni regasificación, ni de transporte en buque metanero— y con los antiguos precios fijados gracias a los tratados de amistad con Argelia, llega a España a un precio más barato. Pues bien, más de la mitad de ese gas barato es revendido al norte de Europa y Marruecos, lo que fuerza a que se tenga que comprar gas más caro, entre otras cosas, para usarlo en la generación de electricidad, elevando el coste del recibo de la luz.