Elon Musk no es la persona más rica del mundo. Cedió ese título al presidente y CEO de LVMH, Bernard Arnault, al cierre del lunes, según Forbes.
TeslaLas acciones cerraron con una caída de alrededor del 6,3% en el día, y su valor se ha reducido a más de la mitad este año, en parte debido a una venta masiva que se aceleró a raíz de la adquisición de Twitter por parte de Musk por 44.000 millones de dólares.
La riqueza de Musk, en su mayoría vinculada a las acciones de Tesla, fue impulsada por un aumento meteórico en el precio de las acciones del fabricante de automóviles, que se disparó más del 1,000% en dos años.
Arnault, a través de la tenencia de vehículos y fideicomisos familiares, posee un poco más del 60% de la clase de acciones con derecho a voto de LVMH, segúndocumentos de la SEC. Arnault tiene un valor de 186.200 millones de dólares, según Forbes.
Le echamos un vistazo a las empresas de ambos magnates y observamos que la firma de Arnault ha tenido un mucho mejor comportamiento técnico en la presente corrección técnica del mercado. La empresa del francés se halla en máximos históricos de nuevo tras haber corregido este año menos que el mercado ya que nos llegó al 60% de todo lo subido desde marzo 2020 mientras que la firma del sudafricano lo ha hecho peor que mercado y lo que es peor apenas apenas está reaccionando a la reacción alcista desde mínimos de octubre con el resto de la renta variable en general, por lo que está muy pegada al 61,8%, vamos que otro susto y otro magnate se le pone por encima.
Para nosotros Musk está pagando el inventario de payasadas que viene haciendo últimamente metiéndose en todo tipo de charcos, haciendo y diciendo en medios todo aquello que se le pasa por la cabeza, ganándose enemigos en todos los sectores y lo que es peor la pérdida de confianza de sus inversores por su estar muy «disperso» apuntando a muchos objetivos y lo peor en distintos sectores y no al revés concentrado en mejorar sus proyectos en marcha que ya son unos cuantos, lo de Twitter ha sido un sonado fracaso hasta tal punto que roza ya el ridículo sobre todo en el trato a sus recuersos humanos que los trata como los sureños a los negros en tiempos de la esclavitud, pero en vez de algodón frente a pantallas de ordenador.