España no ha sabido votar en las últimas elecciones al repartir tanto el voto que sus efectos son altamente tóxicos para política y la economía española; aparte de haber ocasionado un ataque frontal a la ciudadanía en general (que se verá gravemente afectada en cada movimiento legislativo que quiera hacer su ejecutivo), los separatistas tendrán tanto poder que lo decidirán todo, al punto que ahora mismo están en condiciones de pedirle a Sánchez sillones virtuales ministeriales (y de hecho ya lo están haciendo).
Las condiciones para apoyar al matrimonio político Sánchez-Diaz rozan ya la infamia y por supuesto el agravio comparativo regional; si ya vimos todos el resultado del gobierno Frankenstein la pasada legislatura, ahora podríamos sufrir otro aún peor donde ya se pide amnistía y referéndum dentro o fuera de la Constitución… un Sánchez totalmente atrapado tendrá que decir «si a todo» porque no le queda otra si quiere la Moncloa y si no dice si, pues los separatistas catalanes y vascos dirán no y aquí no gobierna nadie, con el problema añadido de que cuando una ley tenga el visto bueno tras los pagos pertinentes a los socios del Gobierno tendremos al Senado que aplazará la ejecución de las leyes todo lo que legalmente pueda al estar dominado por otro sesgo totalmente diferente.
Ahora están de rondas de negociaciones para la investidura y tenemos a un Feijóo sin posibilidades que quiere presentar su candidatura para por lo menos tener el derecho al pataleo de ganar las elecciones y no poder gobernar por el contubernio o circo político que tiene montado Sánchez con Puigdemont de Gran Maestre, decidiendo el futuro de toda la nación de naciones. Obviamente como Sánchez corta y reparte se llevará la mejor parte, amén de batasunos que tres cuartos de lo mismo que pedirán más autogobierno más dinero y menos España, aparte claro que lo mismo que los catalanes que pedirán su derecho a ser independientes.
Díaz contenta y feliz como una lombriz. Ahí de superministra y mano izquierda del sanchismo, todo apunta a una legislatura corta; los nacionalistas ven la ocasión calva para obtener todo lo que vienen reclamando durante décadas, y España va a pagar caro (y de esto no cabe la menor de las dudas) no haberle dado la mayoría absoluta al PSOE o al PP para que gobernasen sin rémoras, porque total vean ustedes las parejas de hecho que se han formado por la izquierda y por la derecha. Si al menos los otros partidos constitucionalistas tuviesen personalidad propia tendría un pase, pero se están portando como piratas repartiéndose el botín. A ninguno le importa el país, tan solo su cuota de poder (incluyendo a las derechas que tampoco se salvan).
Comparen lo que decía Sánchez de Puigdemont cuando ahora es más factible que nunca que el ex-president sea el vicepresidente español de facto con despacho en Waterloo que pagaremos los españoles, aparte claro de perdonarle la sedición, la malversación y teniendo que amnistiarle, aceptando la consulta independentista catalana y condonándoles la deuda o emitiendo remesas de capital para la financiación de la nueva república catalana.
Al menos en su mismo Partido hay voces totalmente disidentes, oiga… que no es servidor quien lo dice u opina…
En fin; nuestro parlamento es un esperpento político porque carecemos de mentalidad cívico-social suficiente como para saber lo que se vota y a quién, por eso, servidor, como los que están no le representan en absoluto, pues vota en blanco, pero vota para que al menos lo sepan es que si no no se enteran. Hoy somos pocos los votos en blanco, pero qué distinto sería todo si fueran mayoría los sobres sin nada en los próximos comicios. Cambiarían y mucho las cosas con un voto masivo en blanco o nulo.
Sí hace años Margall denunció lo del 3% de mordida, ahora ¿quién va a defendernos si nos roban el 3, el 5 o lo que quieran? ¿Los jueces y fiscales, el gobierno central, …? Practicamente han obtenido una carta de corso para devorar lo que les venga en gana. Ya nadie puede o quiere hacerles frente.
Si creemos que el voto es el único aspecto del control constitucional que pueden ejercer los ciudadanos sobre nuestros bien amados e impolutos dirigentes, loados todos por su labor desinteresada, abnegada y santa, nos van a seguir poni9endo el culo como la bandera del Japón.