Es una fiebre del oro, tanto digital como físicamente.
Bitcoin repuntó un 346% desde su mínimo de noviembre de 2022 para alcanzar un nuevo máximo histórico la semana pasada, su primer nuevo máximo en 846 días.
Las estadísticas del Bitcoin impresionan y esta vez el número de participes que dudan de los 100 000 y más dólares de la cotización de la criptodivisa es menor en porcentaje que el último techo. No obstante sus movimientos han sido muy voluptuosos a lo largo del tiempo tanto en subidas como en bajadas. La volatilidad estamos seguro que ha arruinado a mucha gente y a la que no la ha dejado fuera de juego. El que ha mantenido por haber tenido un money management correcto puede saborear su victoria. Haber tenido comprados bitcoins y tenerlos que haberlos soltados en los momentos álgidos de volatilidad extrema tienen un muy mal sabor de boca a derrota. Porque claro cuando se pierde mucho , ya no se vuelve a entrar por miedo y lo que suelen hacer muchos activos es no dejar de subir por lo que encima el sentimiento de estupidez invade al damnificado.
El oro digital (bitcoin) en dos meses ya tiene tanto dinero bajo gestión como el oro físico en toda su historia, esto impresiona aún más todavía. Fijaos con la tontería si EEUU , su Tesoro hubiese comprado bitcoins en vez de tratar de destruirlo por tierra, mar y aire hoy tendría cubierta al 1oo% su deuda pública de 33 billones de dólares. Un país que si lo hizo fue El Salvador y con las plusvalías que obtenga si le sale bien a Bukele saneará las cuentas públicas o pagará las megacárceles que ha construido.
Hoy es curioso que se critique al presidente salvadoreño por ello pero nadie criticaba al gobierno de la nación cuando las maras eran un estado paralelo con carta blanca para el crimen organizado: mataban, chantajeaban, extorsionaban, violaban lo pudrían todo y simplemente salir del hogar implicaba directamente que igual no se volvía. Hoy El Salvador es ejemplo para la zona pero muchos gobernantes tratan de subestimarlo y poner objeciones al modelo de gobierno para que otros estados no vean que el modelo que tienen no sirve. Hoy el Salvador es más seguro y rico que antes de llegar su Presidente, ha retornado el turismo, las mejoras sociales , la educación, la justicia e incrementado sus ingresos por un turismo que puede pasear por sus ciudades sin temor a ser atracados.